sábado, 20 de febrero de 2010

Detrás del vidrio

Un elfante de espaldas a la puerta, siempre es peligroso en un lugar repleto de cristales, aunque sea para pretender la buena suerte. Un hermoso poema, de Sonia, el que subo este sábado idóneo para cazar paquidermos...

por Sonia Díaz Corrales


Los elefantes rompen la cárcel de cristales que es mi casa.

Como en un palacio de cristales caídos me he sentado en el trono
desde donde mi casa se gobierna.

He visto los elefantes
destrozar el vidrio de mi casa
los vidrios astillados de mi mesa
las vidrieras donde guardé mi corazón como un pájaro inmóvil
casi exhausto.

¿Quién no tuvo detrás de los ojos una casa de cristales y espejismos
para vivir el aire domesticado de los días?

¿Quién va y vuelve desfigurado entre las láminas finísimas?

Se vive entre cristales la inusitada transparencia
la frustración de una libertad llena de límites y exabruptos
llena de rotas paredes y tapiadas puertas.

Se sueña con los ojos detenidos
un sitio para irse
donde no haya que tener este excesivo cuidado
para no romper la casa
con sólo el humo del aliento
con el ligero roce de los pasos
o el parpadeo
o la caída de una lágrima.

Tuve una casa que no pudo trasponer la pared del cuerpo
apuntalada
de agudos vidrios
de dientes fabulosos.

Lástima
no se puede tener al unísono
una casa de cristal
y una manada de elefantes
cosas tan absolutamente necesarias y hermosas.