viernes, 21 de mayo de 2010

Accident happens


Llegas todavía nervioso. Luego de quitarte la ropa con sumo cuidado -estás adolorido, sobre todo en el área de la cervical- te acuestas en el sofá y llamas a tu mujer para darle la noticia. Ella, como buena esposa, después de saber lo sucedido, pretende únicamente regresar del trabajo lo más rapido que pueda. Por supuesto, los planes de salir por la noche para celebrar aniversario, incluso la noche siguiente, se evaporan. Piensas entonces en la fragilidad de la vida; en que, en menos un segundo, todo puede irse al carajo. Tal vez redimensionas lo más importante -lo que se deje redimensionar-; te cuestionas una que otra actitud que asumes diariamente; te preguntas si vale la pena molestarse por cosas simples; manoseas las historias que te quedan por contar…; priorizas a medida de lo posible.

En lo que esperas que de una buena vez tu mujer abra la puerta para que te ayude, te mime, recuerdas de nuevo el impacto que te ha puesto de cúbito supino por un tiempo; piensas en los daños del carro, considerables sin dudas; y no te queda otra que seguir mirando al techo en lo que maldices al hijo de puta que te ha pegado por detrás y te tiene con un fuerte dolor en el cuello….