miércoles, 19 de mayo de 2010

Los Pastoritas de Nuevo Vedado

A la memoria de Humberto Martínez Martínez,"El Negro"
A "El Charri", 
 A Juan Manuel Olveros
Gloria Vidal Raventós
Aurorita Osorio
y a Alexander Domínguez Fundora

El Barrio es tu primer país, una suerte de territorio sagrado, y de niño no existe otro lugar mejor para vivir que El Barrio. Y es que El Barrio representa una cofradía donde habitan una buena cantidad de diferencias, innumerables complicidades, y no importa si viven contigo dos o tres chamas que no te caen bien porque no prestan la pelota, o no comparten un pedazo de pan, diciéndote en la cara "cerrao" y que, contrariamente, por el honor del Barrio, eres capaz de defenderlos de algunos cabrones que vienen de otro barrio si llegase el momento de un enfrentamiento.

Mi Barrio es el recuerdo de una señora española de nombre Jesusa, que te acusaba de "contrarrevolucionario ideológico" sólo porque pisaras el césped -es ahí donde aprendes que la hierba no se maltrata, se fuma en todo caso, y te vas con Jorge, Alexis y El Yuri pa‘ la Timba-; señora que como "La Pasionaria" misma te reprimía ferozmente porque te encaramaras encima de un muro con unos palos verticales de concretos, especie de mausoleo de alargadas columnas construido como homenaje a los mártires de la Embajada de Haití, y que la "La Pasionaria de Los Pastoritas" consideraba a este "monumento" una mezquita local revolucionaria, de obligada peregrinación y sobrado respeto, algo que un niño, especialmente los de mi Barrio, no conseguían entender.

En el Barrio hoy te fajas con Alexis, Eladito o El Guille y a los veinte minutos de la bronca estos vuelven a ser tus mejores amigos. El Barrio es la noticia de que Mirtica Carranza se cayó por el balcón, se fracturó el cráneo, pero más sufrieron las lozas del pasillo y ahora le dicen "Mirtica rompe pasillo". El Barrio es la noticia de que "hay toque de silencio" por el mediodía, Iván Miguel, conocido como “Huevito de Oro”, está durmiendo la siesta y pobre de aquel que despierte al “nene”. El Barrio es Luis Enrique preguntándole a su mamá (gritándole sería mas exacto), sí de verdad él es bizco -duda del nene que deja a Gloria Vidal e Iraida Aguiar sin saber que responder-, y esta señora, con toda su razón de madre, salga desaforada a la puerta para ver quién insultó con la verdad a su niño americano.

El Barrio es el mejor pretexto para decirle a mi abuela que no quiero salir con ella por la tarde a las tiendas de Labana. Hay un juego de pelota barrio contra barrio en placer, al que no puedes faltar aunque nada más seas el carga bate, donde el padre de Isaura, del Chino, Gangui y Pepe, será el pitcher de un equipo, y el papá de la flaca Iraida y Raúl “El Zurdo” vendrá por la gente del “Parqueo”. El Barrio es la noche y no quieres quedarte en la casa viendo a San Nicolás del Peladero enfrente de un enorme cajón ruso diz que televisor, porque abajo, en el parque, todo el mundo está jugando a “La Lata” hasta que Juan, el padre de los “Muchos Torres”, nos diga por la ventana de su cuarto: -¡Váyanse a gritar a sus casas… o al parque!-

En El Barrio creces y de juegos como "Las Bolas", “Las Cuatro Esquinas”, “El Comefango”, “El Taco”, o “Burrito mi 21”, empiezas a cambiar de preferencias y te hayas un día que estás mirando por las persianas de la puerta de tu balcón a la ventana del cuarto de la vecinita de enfrente, que por descuido anda en ajustadores, luego se los quita, y descubres por consecuencia la cosquilla más sabrosa que has experimentado en tu vida, que te avisa asimismo ya eres casi un hombre, por lo que mi madre me amenaza que va a ponerme un cascabel en la mano. Y es que últimamente me tomo más tiempo de lo normal cuando me baño.

El Barrio es el espacio donde se consigue la primera novia, detalle que te hace sentir superior a otros que aún no la tienen, por lo que ya dejas de jugar a las bolas y comer la catibía que antes te era necesaria, y aborreces a todo aquel que viene con el “jueguito de mano” y la bobera. El Barrio son las películas de video en casa de Glaubert, donde nada más van los de “la guara”, menos Héctico Guerra Lara, el hijo de Orlindes, sentado muy solito en el parque padeciendo una suerte de "embargo peliculero", que por suerte fue temporal y terminaron todos siendo buenos amigos. Que así son los del Barrio.

El Barrio son la fiestas en casa de Alexander, "El Bemba", que se pone bravo conmigo porque le “tumbé” a una flaquita rubia, con un hueco en la pared de su cuarto para "mirar hueco" al cuarto de al lado, en lo que Eladito y El Guille, vestidos con hermosos conjuntos pre-lavados de mezclilla azul, en la sala fuman Marlboro y muestran las llaves del LADA que más marcha atrás ha dado en la calle Marino, y así, de paso, ligar una jevita. "Guiros" que se celebran con preparados de alcohol de farmacia y vino búlgaro, y a veces, con una que otra botella de Ararat. Fiestas los sábados que hoy los recuerdo con sumo agrado, con especial cariño, porque mi adolescencia y mi primera juventud está muy ligada a esas descargas fabulosas, a la casa de Alexander, sitio del Barrio donde se pasaba "de puta madre", y que las viejas cederistas que se suponian comunistas, ateas, se persignaba al pasar por delante de su puerta.

El Barrio es la eterna tomadera de cualquier líquido que aparezca con serios volúmenes no sólo de alcohol, y hasta con antisépticos y desinfectantes, para después bebérnoslos sentados en el “Solabanco”, especie de muro de contención para el agua que viene desde el “Minfar Uno”, cuando llueve, donde a Jorgito Tortoló le pusieron el mote de "Huevo e'perro", y donde igual esperamos a Omar "El Cojo" repartiendo "los mandados" y el pan de boniato, pues él hace de "mensajero" de la bodega del CEATEM. Omar, mi "compañerito" de aula en "La Arruñada", hermano de Alexis "EL Negrito", que luego de crecer se convirtió en un "negrazo". Un muro largo de bloques mal repellado donde la vida se nos hacía lenta, muy densa, y para divertirnos nos burlábamos de la mujer del “Brujo”, “ La Mongólica”, que así le pusieron los hijos de putas del Barrio, que pasea con la suegra a un perrito cabrón.

El Barrio es el lugar por el que intentamos escapar de una realidad cada vez más terrible, que parece va a ahogar de una buena vez a los noventa, porque sus calles son sólo "para los revolucionarios" y tú jamás lo fuiste gracias a la WQAM, viendo salir de una alcantarilla a "los soldados" que cuidan la tranqullidad del "Lider", detalle que a veces te hacía la vida incómoda cuando te los metían en tu casa si vivías en el cuarto piso, mientras Fidel daba un extenso y verborreante discurso en La Plaza, discursos que terminaría por hundirnos aún más en la miseria, festejando el jolgorio comunista con la artillería que dispara 21 cañonazos de salva, honranado supuestamente a los martires revolucionarios, y haciendo por extensión patente el irreconciliable odio al Imperio. Salvas de los cañones que terminarían por estremecer los edificios de Pastorita, y rajarlos.

El Barrio no es barrio si no hablo de apartamento 5 del edificio Leonel Guerra, la legendaria casa del terror, la de Pune, Aurorita, El Negro, Titi la mamá de Gustavito "El Ñato, y de Sarvelia cuando no está en "Nuevo Amancer". Casa parque temático de lo ilegal en El Barrio. Un espacio en el que aconteció de todo, y donde nos encataba pasar el día a pesar de los consejos de nuestros padres, muy preocupados siempre. El Barrio deja de ser mi Barrio si no dedico esta crónica a la memoria de “El Negro”, mi ecobio y amigo Humberto Martínez Martínez, que se fue ciego y ahora imagino debe estar cerquita de Dios mirándolo y contándole chistes.

El Barrio son las conversaciones en el parque con Ernesto “Tartacobe”; la burla a "Rurrito", tan afeminadito paseando a su perrito "Tunti", que se lo llevó para España cuando por fin le llegó la salida. El Barrio es el juego de dominó, de ajedrez o parchís; las extensas muelas en la escalera con “El Charri”. El Barrio, mi querido Barrio, es tambien sosportar las discusiones políticas de mi "contrarevolucionario" compadre Héctor, el teacher de Educación Laboral, que adora a los americanos, y los hijos de puta asegurando que "El Tallo" es del "G2"; las reflexiones de Félix Clarence sobre cuanta mierda etérea y complicada exista en el universo; el Club de Solteros de Orlindes y las fiestas en su casa, poniendo más cabrón a Hectico Guerra Lara, aquel  que no lo dejaron entrar a casa de Glaubert para ver películas de video; El Barrio es la constante sonrisa de Jesús, el padrastro de ese mismo Héctico, conocido también el muchachito como "Por qué la violencia Tallo", pregunta que le hiciera Luis Enrique despué de recibir "un piano" de este jovencito "mandao", -igual le decían "Tallo", idéntico a mi compadre El Tallo Avila-, chiquito jodedor y bueno, y en ocasiones de muy mal carácter cuando le cambiaban su estación de radio favorita y terminara tirando el radio contra una pared; a lo mejor por eso no lo invitaban a casa de Glaubert, por miedo a que metiera contra la pared el reproductor de video, y no era como algunos aseguraban, porque se había fajao con Vladi “El Veneno”, el marido de Tatiana, la de los bloques, que los mismos hijos de puta de siempre les pusieron "La Bestia y La Bestia", y con "El Juca El Químico", dos mancebos hermanos, flacos como la miseria, baluartes jóvenes del Clan Los Torres, hijos del ilustre Juan "Váyanse a gritar al parque" .

El Barrios son las fotos black and white del Mongo y su eterno sueño, a punto de quedarse dormido parado en cualquier parte; Amelita, su hermana, que una vez me dio un sopapo que me tuvo comiendo "bananina" una semana. El Fernan; El Yito y Pipito; Alejandro "Calandraca"; El Negro Carballo; El viejo Nino, abuelo de Vivian, la que fue novia del Chino, hermanita de Alejandro "Calandraca", con su perrita negra -creo la llamaban "Perlita"-. El Barrio son las canillas legendarias de Reginita, sólo comparables con las de María Torres, muy diferentes a las de sus hermanas Mirian y Merceditas, que en mi época eran "dos cromitos". Mi Barrio es  Onelita "La Búlgara", que de niña se me antojaba llevaba la cabeza entre paréntesis, por las desproporcionadas oreijtas que le colgaban, y luego se convirtió, cual la historia del "patito feo", en una de las jovencitas más apetecibles del Barrio; lo mismo que las hijas del "Boticario", que tenían loco a Alexander "El Bemba"

El Barrio, siguiendo el orden por esa escalera, la de Onelita, es mi beso con Eloina en Tropicana celebrando sus "Quinces". El Barrio, son los discos "yumas" de Efraín, el tocadiscos ruso Rigonda que trajo su hermano Juan Manuel de un remoto sitio de la Unión Soviética, junto a una rusa que lo volvía loco de tanto joderlo. El Barrio es la parada de la 119, la 110 y la 74, en el edificio de Rene, el hijo de Sulema, y de Raúl "El Zurdo", de Astrid, de Toniel, donde el Mongo se quedaba dormido y no iba a trabajar. El Barrio son los dos Albertos, uno "El Oso de la Polar", el del CEATEM, que una gorda se puso pa' él en el Johny y me lo gritaba en la barra, con ese vozarrón tan suyo, que me dejó sordo por varios días; y "El Alberrrrtico", el loquito, hermano de uno de los Ale, el "Bueno y Bonito" para más señas, que respondía también al mote de "El Chileno", primo de "Spilberg"; el otro Ale es "El Bocina", hermano de Lili, los chicos más "bocinados del barrio", los hijos de la siempre bella Martha.

El Barrio es la mano de hierros que tenía regado por doquier Quiquito "El Ciego", desde que se hizo soldador, hermano de Manolito "Pato Bobo", que terminó siendo coronel del MININT, y era un buen amigo cuando aún no era ni soldado. El Barrio es la noticia de que Leo, hermana de Gonzalito Fernández Arocha, hermano también de otras dos criaturas muy bonitas -Maricela, era la que me gustaba, y Esther-, hizo una película donde se ven los senos más lindo de Labana. El Barrio es el Ford del papá de Raciel, y el LADA blanco, descojonado en la calle Zanja, cuando Eladito y yo, y Sasi "El Puertorriqueño", veníamos con unas locas que concimos en el "Infortur" de frente al cementerio de Colón, y terminó Eladito descojonado el LADA de marras, a todos nostros; el muy cabrón me jodió unos "Bill Blas" que me compré en una tienda "Panamericana" de Cienfuegos, acompañando al accidente aquella frase celebre de Rasiel: “¡¿Ela, asere, por qué?!”. Y Ela no supo nunca la razón de por qué se metió contra una farola, en el separador de la calle Zanja; llevaba dos días sin dormir, entre Varadero y Labana, jodiendo y borracho, con "una pila e' locas", "especulando" como a  él le gusta, y se quedó dormido manejando, y me jodió los zapatos que me costaron "unos cuantos fulas".

El Barrio fue igualmente El Mariel, los actos de repudio frente a casa de Loli, la hermana del "Narra Carvajal", que la secuestraron en su propia casa, y para sobrevivir tuvo que meterse en las fauces del monstruo, y paró pidiendo protección en la posta del Comité Central que daba a la calle Colón, donde Florcita, la gorda y "sata" Flor, era de las que mas gritaba consignas revolucionarias, en las que nunca creyó, mietras su marido tocaba tranquilamente el acordión. El Barrio son las escupías que vi, le tiraron a Reglita "La Peluquera", todas esas vecinitas y vecinas del Barrio que antes iban a pintarse las uñas con ella, y luego la vejaron por "escoria"; la partida de Raúl “Agar Agar”, que nada más respondió, “Vamos papá”, después de que una multitud de "revolucionarios indignados" -hoy la mayoría fuera de esa Isla cabrona- lo golperan, le tiraran huevos, y lo escupieran en el rostro, igual que le hicieron  a Reglita "La peluquera", que le dejó sus perritos chihuahuas a Mercedes, la madre de los Oliveros, mujer que junto a Mirta Martínez, la madre de los Carranza, quise como si feuran las dos mi propia madre. El Barrio, es igual los huevazos que le metimos Ernesto, Aldito y yo, como revancha por los actos de repudios, - mi primer y más temerario acto contrarevolucioanrio- al “polaquito” de un coronel, que tenía un hijo que respondía al mote de "Carajito", que si no recuerdo mal, quien lo bautizo con tal alias fue Alexis Olivero, que después, creo, alguien me dijo terminó casado con la hermana, "La Carajita"; "enamorao" que era Alexis.

El Barrio, cuando eres pequeño, es el último lugar que pretendes abandonar, es tu Arca, la dorada ínsula, tu más seguro refugio. Sin embargo, sí al crecer, descubres que todo no es tan simple, que los hijos de puta del CDR te hacen la vida imposible; que el Jefe del Sector, un negrito hijo de la gran puta oriental, venido él de tierras orientales, por supuesto, y que le dicen esos mismos jodedores de siempre "Cuál es tu actividad", te tiene "sajornao", y te comunica además que eres un delincuente, y te mete preso un día completo en Zapata y 12, y otra tarde en 21 y C, anunciando con solenemnidad revolucionaria y su acento oriental "mata S", que te va a “meter la Ley de Peligrosidad” por la cabeza, porque le han asegurado sus informantes que tú fabricas zapatos con El Yuri en casa de Jorge “El Beri”, entonces concluyes odiando al barrio -esta vez en minúscula-, te marchas a Cienfuegos repleto de resentiminetos, te enamoras de esa ciudad, al punto que Labana se te antoja un infierno, y aquellos recuerdos hermosos de la infancia se ennegrecen…

Sin embargo, ya “viejo”, en Miami, descubres una noche en Facebook que existe un grupo numeroso que reúne a los del barrio en el exilio, esos que crecieron contigo y son como tu familia -la mayoría de los de los muchachos del Barrio se han ido-; que hacen fiestas en los parques de Miami o en la mansión de Aleida, ahí es cuando una melancolía delirante te aplasta, a tal punto, que con un par de lágrimas pendejas rodándote, te pones a escribir por honor al Barrio...



Gente de mi barrio

Fotos tomadas de la página en Facebook "Los Pastoritas"