jueves, 16 de junio de 2011

El salto de la confirmación


Nada que ver con El salto interior, libro de Callejas que se presentará el próximo Sábado en Delio’s. Se trata de otro. El famoso brinquito que puso al Gran Líder en una posición incomoda enfrente a miles de sus conciudadanos concentrados en La Plaza, y visto además en resto del país a través de cadena nacional de televisión.

Si una de las tantas innovaciones que practicó Roberto Robaina en su época de primer secretario de la juventud comunista fue realmente ridícula y de muy poca popularidad dentro del aparato de gobierno -la de canciller, si apenas hizo algo transcendental, como no fuese la manera de ir vestido a la ONU cual "divertido salsero" a cantar ideas que finalmente lo llevaron a desempeñarse como propietario de una paladar-, y todo por insuflarle nuevos aires a la organización que dirigía en medio de consignas tan novedosas como "súmate, pa’lante, y hasta viénete"; con un corte de cabellos donde sobraban las patillas, sin dudas que la de "el que no salte es yanqui" se lleva las palmas.

Una antológica iniciativa dentro de las innumerables propuestas para conseguir la efervescencia revolucionaria, que dejó en delicada posición a la geriátrica dirección del gobierno, que por aquel entonces sus más "jóvenes integrantes" pasaban ya la segunda mitad de su sexagenarias existencias.

Había que ver la cara de los "antiguos" en medio de tan penosa acrobacia, para demostrar cuan cubanos eran; cuanto odiaban a los vecinos del norte… Hasta que el Gran Líder miró muy serio, disgustado, a su pupilo favorito de turno y con un imperceptible gesto ordenó que se acabase la susodicha gambeta que lo ponía asimismo en una disyuntiva comprometedora, innecesaria

Nunca más a nadie se le ocurrió convocar a tan excéntrico ejercicio con la intención de demostrar cuan cubana y revolucionaria se comportaba la patria al momento de saltar. Pirueta política, que se resume en una lastimosa payasada muy digna del actual mandatario venezolano.