jueves, 9 de junio de 2011

Las razones de por qué dije "digo" y luego hago "diego..."


Confieso que, a riesgo de que pueda resultar fuera de contexto -por la dinámica que genera una noticia, los sucesos-, escribo esta cuartilla ahora. Y es que cargo con la sensación de que nunca lo voy a entender, aún cuando alguna vez el mismo Vargas Llosa lo explique detalladamente.

Reconozco también, que por esa perplejidad que me provocó el “redireccionamiento” que tomase el Premio Nobel, no sé si imaginarlo un tonto útil -lo que finalmente no acepto-, o como asegura Lázaro Daniel en su blog, se trata de un pecador del cual la absolución no será tarea fácil conseguirla

El caso es que no dejo de preguntarme cómo se puede apoyar lo que hasta ayer teníamos por incorrecto. Quiero decir, por qué un hombre al que siempre he considerado coherente, contradice lo que ha predicado por años; que no se trata de un político, fauna más propensa a esa suerte de desdoblamientos, a pesar de que una vez intentase sentarse en la silla grande. Cuál es entonces la explicación que ha de argumentar quien es visto por la izquierda latinoamericana, y la mundial, como un enemigo acérrimo por mantener precisamente una postura ajena a toda reconciliación.

Recuerdo su discurso de agradecimiento por el Premio Nobel. Mario Vargas Llosa arremete con lucidez y elementos probados contra la revolución cubana. Utiliza el foro como una tribuna de denuncia a los desmanes de regimenes totalitarios. Luego entonces, ¿se puede comulgar con un presidente de explicita tendencia a la izquierda, que recibe además el apoyo de el ala más reaccionaria y fundamentalista de esa corriente ideológica? Sujetos de intención populista, de la cual él, un hombre tan preclaro, nos avisa reiteradamente de los peligros que representa para nuestros países gobiernos así.

¿Será cierto que su resentimiento por los Fujimori ha sido más grande que su sentido común, y una pasión tan mal encaminada como esta lo obnubiló al punto de no reconocer que estaba apostando a un proceso que en meses puede deshacer lo poco que en años ha conseguido el presidente que sale?

¿Lo guía una intuición ancestral, incaica, permeada por la revancha? ¿A caso cree en las promesas de moderación y cierto giro al centro? ¿No sabe el señor Vargas Llosa de su responsabilidad en las recientes elecciones, que su apoyo hizo que un grupo de indecisos se reacomodara dentro del estrato político peruano?

No me cabe dudas, más que pecado es lo que ha cometido a este genial hombre al tomar un giro que nadie hubiese previsto; ha sido su impresión, de que estaba frente a dos males incurables, y que por tanto, el que menos lo había afectado, pues por ese eligió. En fin, parafraseando a Lázaro Daniel, en el supuesto tercer tomo de “Más del regreso del idiota latinoamericano”, que al menos esta vez no escriba el prologo. Es evidente que podrían acusarlo de que la razón no le asiste .

Desde luego, como escritor, y por todo lo que ha hecho antes, Mario Vargas Llosa cuenta con mi respeto. Que una desición desacertada no sea motivo para negarle sus meritos como intelectual.

Claro, de suceder el fiazco, que es lo más probable, el señor Mario tendrá que responder por la parte que le toca. Eso es lo terrible de ser grande, y equivocarse...