viernes, 17 de junio de 2011

Medio siglo al servicio...

El próximo 22 de agosto la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) cumple cincuenta años de fundada, desde que Nicolás Guillen así lo hiciese, según cuenta la leyenda.

Y me pregunto, ¿puede decirse que la UNEAC ha tenido un saldo favorable para la cultura criolla? Esta retórica consulta, si se le practica a un miembro de la dirección nacional, o a un alto funcionario, la respuesta es evidente

-¡Si!- va a gritar con mucho orgullo y luego realizará una extensa exposición -con cierto dejo cantinflesco, muy usual en este tipo de coloquio- que le va a servir para corroborar el susodicho si. Concluyendo además que la organización cuenta con Estatus Consultivo II en el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas (ECOSOC, en sus siglas en inglés), con personalidad jurídica propia y plena capacidad legal, que agrupa en su seno, con carácter voluntario y siguiendo el principio de selectividad, (sobre la base de su currículum artístico) a los escritores y artistas cubanos.


Lógicamente, es de suponer que durante tanto, algo bueno ha de haber hecho la UNEAC, donde aún tengo amigos que apuestan por ella. No por gusto entre sus figuras más importantes, incluso rectoras del gremio, se encuentran Alejo Carpentier, José Lezama Lima y René Portocarrero. Sin margen a dudas, tres grandes de la cultura criolla.

Debe ser por eso que muchos intelectuales y artistas cubanos exiliados reconocen con orgullo su membresía, lo que hacen saber en cuanto extensos vitae preparan -si existen premios mejor-. Y hasta los hay quienes aún pagan su cuotas, sin importar cuan lejos están.

Yo no dudo que la UNEAC haya sido una entidad conveniente para muchos. Únicamente me asalta una pequeña duda ¿Será que, cuando el poeta excepcional que fue Nicolás Guillén aceptó ser su primer presidente, lo hizo tal vez un poco lejos de la auténtica manifestación de su libre albedrío; de cualquier espontaneidad que nos hiciese creer, fue un proyecto emprendido por gentes sensibles y dispuestas a salvaguardar la cultura cubana?

No, lo digo, como esa cultura fue secuestrada desde el día que alguien aclaró, dentro del redil todo; fuera, te la corto….

No, hallo que el maestro de la jitanjáfora, en todo caso recibía ordenes de presidir una sociedad, la cual, en sus estatutos, de los primeros, subraya de manera clara y sin margen a dudas que rechaza y combatirá con todas sus fuerzas cualquier actividad contraria a los principios de la Revolución. Incluso, aún si esa actividad estuviese dentro del vasto imperio que representa a las artes.

Lo que ya se traduce como una estafa a todo intento de credibilidad. El arte no soporta mordaza. La literatura censurada -parafraseando a Apollinaire- es sólo buena para los periódicos. Luego entonces, las celebraciones pueden compararse a las de tantas organizaciones de masas que por estos días cumplen aniversarios cerrados al servicio de un propósito que, en el caso particular de los artista y escritores, viene utilizándolos desde hace cincuenta años, pero jamás con una gota de confianza.