jueves, 18 de agosto de 2016

Daphne Rosas, la esencia del espacio


Daphne Rosas nació en La Habana en 1981. Es pintora, arquitecta, blogger y diseñadora de profesión. Graduada de la Universidad Internacional de la Florida en 2007 con una maestría en Arquitectura, coordina los blogs Pinceladas y DRC-ART en Miami, donde reside desde hace años.
Por estos días, precisamente, la ciudad está de fiesta con la próxima exposición pictórica de Daphne, “Juegos del inconsciente”. Será en la galería Frameworks el próximo 2 de junio, a partir de las seis de la tarde (3196 Commodore Plaza, Coconut Grove, Miami, FL 33131).  A propósito del acontecimiento, la pintora tuvo la gentileza de concedernos esta entrevista.

Denis Fortún. ¿Quién es Daphne Rosas?

Daphne Rosas. Sólo el nombre que me identifica. Yo soy yo. El yo en mí misma, ese que intento descubrir, liberar, para que sea lo que debe ser.

DF. La arquitectura, ¿es una puerta a la pintura? ¿La pintura resultó ser el pretexto ideal para convertirte en arquitecta?

DR. Definitivamente la pintura fue la puerta a la arquitectura. Siempre me gustó la pintura, el dibujo. Pasaba horas –según mi madre– coloreando, pintando con acuarelas, crayolas y lápices.  Diseñaba formas y muñecos con caras azules, cuerpos verdes, pies y manos rojos o amarillos. Una fiesta de colores, quizás ajenos a las formas, y que preocupaba un poco a mi madre.
Cuando llegó el momento de elegir mi profesión, me inclinaba por las artes y terminé siendo arquitecta tras la necesidad de una carrera de cierta índole artística, pero funcional, que además me garantizara un sustento. Adoro mi profesión en el campo del diseño, o sea, la parte artística del proceso, y en la cual me desempeño a diario; no tanto en la construcción, que prefiero dejar a otros colegas. Hoy la arquitectura influye a mi pintura y viceversa.  Como le dije a Armando de Armas en la entrevista que amablemente me hiciera para Martí Noticias hace ya algún tiempo, cuando diseño creo un espacio que a su vez crea una imagen, y cuando pinto creo una imagen que se convierte en algo tridimensional, estableciendo espacios.

DF. Coméntame sobre las influencias que reconozcas como las más fuertes en tu obra pictórica. Y en cuanto a la arquitectura, cuáles han sido los arquitectos que te han marcado poderosamente.

DR. No podría nombrar a alguien en específico ni en la pintura ni en la arquitectura, tampoco un estilo. He sido una esponja que ha tomado lo que he creído necesario de arquitectos y pintores famosos y no tan famosos.  He hecho lo mismo con las diferentes épocas, los estilos que han marcado pautas en el arte. En esto la pintura y la arquitectura se han dado la mano y me gusta estudiarlos de manera simultánea. Un cambio de estilo arquitectónico de una época deviene un estilo pictórico basado en los mismos principios y viceversa, se alimentan el uno al otro. Como resultado me he nutrido de todo y de todos, y lo sigo haciendo. El aprendizaje es eterno mientras que haya aspectos de suficiente valía para hacerme pensar.

DF. Sé que disfrutas de la fotografía. Ahora dime, ¿es sólo un soporte que te sirve para después llevar al lienzo una imagen, o es otra de tus pasiones, la cual habita de manera independiente en ti?

DR. Disfruto de la fotografía como disfruto de todas las ramas del arte.  Sin embargo, conozco mis terrenos y prefiero quedarme en la pintura, diseño y arquitectura. Nunca se me ocurría dármelas de fotógrafa, como tampoco lo haría de escritora ni poeta, por ejemplo. Simplemente entiendo que no es lo mío. La fotografía para mí es sólo una herramienta, sobre todo en la arquitectura. Me gusta fotografiar edificios y ciudades como una manera de documentar la vida de una ciudad, de estudiar las formas arquitectónicas que identifican un estilo, detalles, regionalismo, épocas, etc.  La fotografía ha resultado una gran aliada para conocer arquitectura habanera a retazos, de manera casi autodidacta. Si fotografío otras cosas que no tengan que ver con la arquitectura,  probablemente es que necesite la imagen para un cuadro, o para una composición gráfica digital.

DF. ¿Sientes nostalgia por un tiempo que no has vivido, teniendo en cuenta que son varias las fotos en tu blog que traslucen una suerte de añoranza por una Habana que no conociste?

DR. Siento nostalgia de la eternidad, que es otra cosa, de lo que al parecer viví y no recuerdo. Lo que me sucede con La Habana es diferente. Es un fenómeno arquitectónico simplemente adorable con el que tengo una estrecha relación por razones obvias.

DF. Asumiendo que, “el arquitecto es el profesional que interpreta las necesidades de los usuarios y las plasma en adecuados espacios arquitectónicos, formas habitables y construibles” -sin renunciar a la belleza de las formas-, ¿cuál es tu opinión como profesional en cuanto a la arquitectura cubana luego del 1959?

DR. Recuerdo cuando leí hace años el ensayo que Mario Coyula hiciera para “Proyecto Habana”, libro que recopila la serie de ensayos, estudios y propuestas de la conferencia del 1994 en la Habana, donde participaron reconocidos arquitectos de otros países. Coyula hace énfasis en el abandono del buen diseño y la estética en la arquitectura después del 1959. El asegura que se cambió la estética por la funcionalidad.
En los años 60 vino una oleada de edificios funcionales, cajitas de zapatos, diría yo. Pocas obras escaparon a esto y pagaron su precio al llegar a convertirse en proyectos inconclusos, como la famosa Escuela Nacional de Arte, de los arquitectos Ricardo Porro, Vittorio Garatti y Roberto Gottardi.  Después no hubo nada, sólo silencio, que fue a interrumpirse por los crujidos de los viejos edificios que empezaron a desmoronarse, metamorfosis del tiempo y el descuido.  Y ahora ha llegado una suerte de bendición para lo antiguo a diminuta escala, la restauración para algunos edificios, selectos iconos en el casco histórico de la ciudad.
También está la amenaza de inversionistas extranjeros que creen poder explotar el turismo en Cuba y me horroricé cuando llegaron a proponer una torre de la misma altura del Capitolio en la punta del Prado junto al Malecón.  Se necesita tener mucho cuidado con lo que se diseña y para qué parte de la ciudad se diseña. No es lo mismo diseñar arquitectura para el Vedado, Miramar o la Habana Vieja, cada zona admite sus propios edificios, y la nueva arquitectura deberá ser sensible a todo esto, sensible al tiempo.

DF. Remitiéndome –con cierto morbo, lo reconozco– a una pregunta que te hiciera Joaquín Gálvez en una excelente entrevista que publicara recientemente en su blog, te hago dos: ¿Consideras que La Habana actual –arquitectónicamente hablando– puede ser amada? ¿Crees con certeza que La Habana, a la que hoy distingue el deterioro, podrá recuperarse alguna vez y alcanzar el esplendor que fue su sello en una época?

DR. Te respondo a la primera pregunta con otra: ¿Podrías amar las ruinas de Giovanni Battista Piranesi?
En la segunda, me remito a la filosofía de la antigüedad, a Heráclito, cuando planteó que una persona nunca podría sumergirse en el mismo río dos veces, pues sus aguas no serían las mismas. Lo mismo se aplica a La Habana, las aguas del tiempo no permitirían a esa Habana regresar.  Vamos a empezar diciendo que son otros tiempos, las grandes potencias han cambiado, también la economía mundial y el modo de vida.  Es difícil especular lo que será de Cuba y cuánto tiempo tomará esa supuesta recuperación que es tan deseada por todos.  El potencial existe, pero igual nunca será. Tendrá su propio sello acorde a su tiempo, a este tiempo que vivimos.  Es más, espero que sea así, pues no se puede vivir estancado en un pasado.  Lo ideal sería un presente que integre el pasado, para así seguir el hilo de la historia, respetando los iconos y sucesos que hicieron a La Habana ciudad.

DF. ¿Qué obra arquitectónica cubana consideras sea la más importante?

DR. Todas son importantes. A lo largo del tiempo ha habido muchos edificios importantes, piezas claves. Se trata de íconos individuales que hablan por sí solos de un tiempo.  Inclusive, esos que ya no existen son significativos, como esas viviendas de madera del asentamiento que bordeaba el Puerto de Carenas y que comenzaron a dar vida a la ciudad. Pienso que la importancia está en el conjunto que narra la historia, como en el individualismo que los distingue como edificios únicos. Eso hace posible que la ciudad respire, que sus paredes hablen del ayer.

DF. ¿Qué te inspira a pintar?

DR. No estoy segura que sea inspiración, más bien el mandato del Inconsciente. No me impongo la pintura, más bien esta viene a mí como una ráfaga de viento. Las ideas vienen por sí solas, después las formas, imagino –más bien veo– las composiciones y listo. Tengo que pintarlas quizás para liberarlas y liberar mi propia alma, mi propio Yo.

DF. Tu próxima exposición se anuncia como “Juegos del Inconsciente” ¿Por qué ese título? ¿A caso nos traes una onda “freudiana” a nivel de lienzo?

DR. Diría que traigo una onda “daphniana”, una búsqueda hacia mi interior, al alma descalza que recorre un largo camino sin tiempo, a través del tiempo, para aceptarse y llegar a ser lo que debe ser más allá de los parámetros impuestos en este mundo. Esta exposición muestra un proceso, una exploración, una búsqueda que va desde el mundo externo que me rodea hasta lo más profundo del sentimiento, de las emociones, del propio yo sin tiempo, eterno, etéreo, esencia en el espacio.  Es el proceso marcado, mandado por el Inconsciente que juega a enseñarme lo que quizás ya sé.  Cada etapa, serie y pieza, cae donde debe caer por diferente que parezca.  No sobra nada. Para mí, en este momento, este proceso explica mucho.

DF. La Rosas de Daphne, ¿un proyecto inconcluso?

DR. Las flores, que tú mismo nombraste Rosas de Daphne en tu blog Fernandina de Jagua, son parte del proceso que describo anteriormente. Por el momento, esta etapa me proporcionó lo que debía, en su justa medida y en su debido momento.  Pero si en algún momento necesitara buscar algo en mis flores, volveré a pintarlas.

DF. ¿Cómo ves que se desenvuelven las artes plásticas en Miami?

DR. Creo que aún Miami no es competencia para ciertas ciudades metropolitanas, cunas del arte.  Me atrevo a decir que el potencial para este crecimiento artístico existe, de hecho puede existir en cualquier ciudad.  Sí creo que la comunidad artística aumenta en Miami.  Ahora, que este florecer continúe y no se estanque depende de Miami como ciudad, como entidad y por supuesto de sus habitantes, visitantes y hasta de los mismos artistas.

DF. Según nuestro común amigo Rolando Jorge, “eres una mujer que se las trae, todo un misterio”. ¿Qué me dices sobre esa afirmación tan sugerente?

DR. ¡¿Y qué podría decir yo?!  Creo que mejor le preguntas al amigo Rolando Jorge. La percepción que cada persona tenga de mí puede ser única. Todo es relativo. Todo depende, ¿y depende de qué?  De lo que cada persona quiera ver o ignorar, aceptar o analizar; estriba en si procuran mirar al alma o sólo a su vestimenta.


Esta entrevista fue publicada originalmente en Neo Club Press en mayo del 2012