lunes, 28 de agosto de 2017

Entrevista a Luis de la Paz: los domingos son para reflexionar




Esta es una entrevista que me debía desde hace mucho. Luis, además de ser un buen amigo, que me ofreció su mano desde el momento que lo conociera en casa de Armando de Armas, recién llegado yo a Miami, es lo mismo un escritor, periodista, un promotor cultural, que ha trabajado con intensidad, con sobradas ganas, y por amor sin dudas, por la cultura cubana en el exilio, esa que va libre, sin el lastre que presupone la doctrina. Finalmente se da el momento, la próxima aparición de “Sorbos de Vida” ha sido el pretexto, y es para mí este cuestionario, desde luego, las respuestas de Luis, un privilegio que quiero compartir.


Luis de la Paz, los domingos son para reflexionar
Por Denis Fortun

Denis Fortun: Quién es Luis de la Paz

Luis de la Paz: Un escritor, un lector, alguien que promueve en la medida de lo posible lo cultural. En esencia, un hombre que ha podido hacer casi todo lo que ha querido, y que trata de vivir intensamente cada instante que se le brinda, más cuando se sabe que habrá un instante final. En ese momento, para decirlo muy literariamente, “que me quiten lo bailado”. 

DF: Tu salida por el Mariel El Horror, al decir de José Abreuy la llegada a        Miami: ¿cómo te adaptas a un país muy diferente del que vienes?

LDLP: Durante años pensé en irme, en cómo irme. Trabajaba en la preparación de una balsa cuando llega el Mariel. Los sucesos de la Embajada del Perú y el posterior éxodo del Mariel fueron momentos gloriosos, de euforia, de ver ante mí la posibilidad de salir como algo real. Sin embargo mientras esperaba el aviso, acudía a mi mente temores, pues salir de Cuba representaba una ruptura definitiva con todo lo que conocía hasta ese momento. Era dejar atrás familia, pertenencias, amores, lo mío. Lo que me correspondía por derecho propio y que una dictadura había usurpado inmisericordemente. Fue un momento en el que no dudé ni un instante en tomar el camino del exilio, pero estaba consciente de su colosal significación. Al final, el mar, el no saber si llegaría con vida, y luego la incertidumbre de no saber a ciencia cierta dónde estaba y lo que me depararía el destino. Lo más difícil, al principio, fue entender la democracia, aprender a vivir en libertad, despojarme del miedo y la paranoia, soñar con realidades alcanzables.  

DF: La literatura: ¿cómo “hiere” a Luis?, ¿cuando empiezas a escribir?

LDLP: En la escuela primaria escribía notas para el matutino de la escuela, esas fueron quizás las primeras señales de que la literatura “rondaba mi costado”. Luego la relación con los Abreu, y la orientación de José, fue determinante en lo que en la vida y en la literatura he logrado a lo largo de mi existencia.

DF: Tu amistad cercana con los hermanos Abreu, y lo mismo con Reinaldo Arenas: ¿una influencia considerable?

LDLP: Más que Reinaldo, con el que me veía esporádicamente (aunque cada encuentro era toda una experiencia) la relación con los hermanos Abreu era ya en sí misma una tremenda influencia. José representaba en la familia la cordura, el orden y la disciplina; Juan la irreverencia casi colindante con un agresivo desprecio por casi todo, y Nicolás la imaginación desbordante, matizada por una fuerte dosis de desparpajo natural. Todo eso influyó de alguna manera en mí, pues percibía esos estilos y poco a poco fui abriendo mi propio camino. José fue el guía de todos, y hasta de otros amigos talentosos que las circunstancias alejaron de la literatura. Sin embargo, salvo Juan, ninguno de los Abreu, y mucho menos yo, tuvo una influencia literaria de Reinaldo, algo difícil de evadir, pues Rey era una fuerza arrolladora por su estilo, lenguaje y manera de escribir.   

DF: El periodista: ¿cómo y dónde te inicias?

LDLP: La escuela primaria fue mi entrada en el periodismo. Luego quise estudiar la carrera pero no me la dieron porque no reunía las calificaciones políticas que requerían. Al final he agradecido ese rechazo, pues no sé qué hubiera sido de mí como periodista escribiendo para medios oficiales y censores. Aun así, ya en el exilio, perseveré, fui a estaciones de radio a pedir trabajo como redactor, pero no tuve éxito. No fue hasta 1996, que gracias a la pianista Zenaida Manfugás y a Rita Navarro, secretaria del Dr. Horacio Aguirre, que comencé a escribir en Diario Las Américas, hasta el 2013 que me dejaron fuera. Luego, Maru Antunano, me abrió las puertas de el Nuevo Herald donde ya llevo escribiendo varios años.

DF: “El Ateje”: ¿cuándo comienza la revista y por qué concluyes cerrando un espacio que fue de referencia en la literatura y el arte del exilio?

LDLP: Tras el cierre la revista Mariel en 1983, de la que era uno de los editores, me quedé con la idea de llevar adelante un proyecto similar, que agrupara y le diera espacio a escritores, fundamentalmente cubanos, de distintas generaciones y miradas. Ante la imposibilidad de hacerla impresa, aproveché el momento de auge y crecimiento del internet y le hablé a mi colega en el Diario, Jesús Hernández, para juntos hacer la revista. Yo trabajaba en los textos y él en la edición online. En 8 años hicimos 22 números. La revista tenía 10 secciones, incluido teatro, algo que pocas revistas han tenido. Cerró cuando comenzaron a proliferar los blogs y cada cual abría el suyo. Eso influyó en la calidad y cantidad de las colaboraciones que recibía, por lo que decidí cerrarla con un número dedicado a mi amigo el escritor Carlos Victoria, que se había suicidado poco tiempo antes.

DF: Sé de tu prolífera obra como narrador y ensayista. Sin embargo, no estoy seguro de haber leído alguna vez un poema tuyo: ¿preferencias en cuanto a géneros?

LDLP: Siempre he escrito poesía, pero se me conoce más como narrador. Pero he publicado poesía, incluso mi libro De espacios y sombras ganó un accésit al Premio Luys Santamarina-Ciudad de Cieza, 2015, en Murcia, España. El libro está publicado en España y existe también una segunda edición en Miami. Ese libro va a salir el próximo año en una edición bilingüe gracias a la aguda  traducción de Kurt O. Findeisen.

DF: Confieso que esta pregunta la reitero entre mis entrevistados con intención, porque la respuesta siempre es incomparable: ¿qué opinas de la literatura que se factura actualmente en el exilio, sin importar longitudes y continentes? ¿A tu juicio, que voces sobresalen dentro del espectro literario de la diáspora cubana?

LDLP: La base de toda literatura es su calidad, tanto en la Isla como fuera de Cuba, lo demás son matices. En el exilio hay una literatura sólida, fundacional, en muchos aspectos original. Como el exilio ha sido tan largo, se ha desarrollado una literatura (en parte) de fusión, donde hay un evidente contacto con el lugar donde se ha escrito, pues para la mayoría el exilio no ha sido temporal (como durante la colonia, o los distintos períodos de inestabilidad en la Isla), sino  permanente, donde se le ha acabado la vida a muchos en el destierro. Pero no se puede olvidar que la base de la literatura cubana es su extraterritorialidad. Desde los clásicos, Martí, Villaverde, Heredia, hasta nuestros días, un notable grupo de los más destacados escritores, realizaron gran parte de su obra fuera de la Isla. En Cuba también hay una literatura de peso, pero se nota, en algunos casos, los parches que impone la falta de un verdadero marco de libertad.

DF: Formas parte de la dirección del PEN CLUB cubano desde hace mucho y eres un activista y promotor de sobrado entusiasmo. Te pregunto: ¿crees que siendo de las pocas organizaciones no gubernamentales cubanas fuera de la Isla que han tenido reconocimiento internacional, y que reúne a escritores de prestigio, necesita revitalizarse, o todo está bien?

LDLP: Todo necesita revitalizarse, para evitar estancarse, e incluso morir. El PEN Club se renueva, pero como se trata de una organización que tiene un alcance internacional, se ha tratado intencionalmente de tejer una imagen de ser elitista, anquilosada, integrada por viejos detenidos en el tiempo. Pero todo eso es una falsedad, una labor de desacreditación incitada desde Cuba y repetida ¿inconscientemente? en Miami por algunos, sin darse cuenta que le están haciendo el juego al régimen. El PEN Club de Escritores Cubanos en el Exilio es una institución cultural con una trayectoria. Se realizan encuentros mensuales donde sus miembros e invitados presentan libros, dictan conferencias, ofrecen lecturas colectivas. Es un grupo cultural que está muy vivo. Además, se cuenta con invitados que no son miembros de la institución, lo que demuestra que es abierta y plural. Detrás del propósito de mancillar el PEN está el régimen castrista, para desalentar a los escritores exiliados a unirse al grupo. Somos una entidad cultural, con la inevitable carga política, pues se trata de una organización de exiliados. Cuando un escritor lee un cuento o un poema sobre los balseros, por ejemplo, lleva implícito un contenido político. Es importante que se cambie esa percepción maledicente que existe en torno al PEN.

DF: Ejerces la crítica, ya sea literaria o de teatro. Dame tu sentencia total sobre tan “peliagudo” oficio que en Miami, a mi juicio, en innumerables casos se ha vuelto una suerte de apología convenida.

LDLP: Yo prefiero llamar a mi labor: escribir reseñas, no críticas. Hay una diferencia entre ambos términos. Una crítica requiere de un rigor que demanda dominio sobre un tema determinado, y que se vierte en una opinión aguda sobre un tema en particular. Una reseña es más flexible, es intentar reflejar la sensación que provoca leer un libro, ver una obra de teatro o apreciar un cuadro. Eso es lo que hago, lo que no soslaya comentarios críticos si lo merece el enfoque. Yo como periodista no soy complaciente con mis observaciones, sencillamente trato de decir lo que pienso y siempre dejo claro, que lo que yo expongo no es más que una opinión.

DF: Algunos con cierto pesimismo los he escuchado comentarlo consideran que en la actualidad la literatura y el arte en general están en franca decadencia a nivel global ¿Qué piensas…?

LDLP: Siempre, en todas las épocas y siglos el arte ha estado en decadencia. El arte es decadencia y descubrimiento, mediocridad y renovadores. Es al decir del poeta peruano Rodolfo Hinostroza, “que hay un cantor para el ascenso y mil para el descenso”. Por eso siempre se hablará de decadencia, pero al final, quedarán los renovadores, los que trazan el perfil de una época y la trascienden. Esos son los que marcan la historia. 

DF: Tu tertulia en “La Casona”, el tercer viernes de cada mes, invitas a figuras prominentes del arte y la literatura local ¿Cuál es el rasero, los estándares que razonas al momento de elegir a un invitado?

LDLP: No hay rasero. Apenas sigo un criterio en el que tomo en cuenta que el invitado sea una figura con una trayectoria interesante. También trato de ser variado, invito a escritores, pintores, músicos, promotores culturales, hasta caricaturistas, pues la tertulia es un evento cultural y de alguna manera también un espectáculo que requiere dinamismo y elegancia. Además, en ocasiones, realizo lecturas colectivas de poetas y narradores. He efectuado casi 50 tertulias en 5 años y han pasado por el estrado unos 80 invitados.

DF: ¿Te consideras un intelectual de derechas, que además no está dispuesto a establecer diálogo alguno, contactos, con escritores y artistas que a partir de su obra pretenden legitimar a la dictadura criolla?

LDLP: No sé si soy de derecha o izquierda. Si tuviera que definirme en ese sentido diría que soy de centro. Los extremos me dan miedo. Sí creo tener clara mi posición, y es la de no olvidar que soy un exiliado de la peor tiranía que ha conocido este hemisferio. En general, debo aclararlo, no me entusiasma la política. Estoy convencido que los políticos son incapaces (tampoco les interesa) de resolver las necesidades generales. Los de derecha solo aspiran a enriquecerse y expoliar al contribuyente; los de izquierda perpetuarse en el poder sometiendo a los pueblos por el hambre, el terror y la falta de libertad. Ser de centro te permite levantar la voz sin afiliaciones. Al final, los problemas del hombre solo los puede resolver (o creárselos) ese hombre, a modo individual. Lo demás son falacias. 

DF: Recién sale de la imprenta Soltando sorbos de vida, cuaderno que recoge más de un centenar de entrevistas que le hicieras a escritores y artistas radicados en Miami, y que publicaras en Diario Las Américas entre el 1998 y el 2013. Háblame de ese proyecto, cuándo se presenta, dónde, y alguna anécdota en especial que quisieras compartir.

LDLP: Leyendo algunas de esas entrevistas para distintos trabajos que realizaba,  me di cuenta que tenía ante mí un poco de la historia de los cubanos en el exilio. Esa mirada que te brinda el distanciamiento y el tiempo, me hizo ver que las respuestas que me habían dado mis entrevistados en apenas 5 preguntas que le hacía, trenzaban de alguna manera algo de la vida cultural, política y social de una parte del exilio. Eso es Soltando sorbos de vida. Tras agruparlas, añadí a cada entrevista una nota que titulé: Después de la entrevista, para resumir en unas pocas líneas más qué ocurrió con esa persona. Buscando algunos datos complementarios le escribí varias veces a Manuel Salvat preguntándole sobre alguien en particular. Le mandé tantos email, que un día le expliqué las razones de mis continuas dudas y se entusiasmó con la idea, y me dijo que quería publicar el libro, que ya es una realidad.     

DF: Para cerrar, un par de preguntas que lo mismo insisto en mis cuestionarios, pero que no van cargadas con la ironía de otras que repito igual, y en todo caso les asiste la angustia del desterrado: ¿Cuba, una herida que no cierra, que jamás coagula? ¿Regresarías alguna vez?

LDLP: Cuba no es una herida para mí. Cuba es un destino geográfico y emocional, pero no sentimental. Yo cerré el capítulo Cuba cuando me liberé de su marco de control político y social. Eso fue una gran victoria para mí. Salir de Cuba y tener la posibilidad de comenzar a vivir plenamente. Siempre que pienso en Cuba, ante cualquier recuerdo, se interpone alguna penuria. Incluso lo más cubano para mí, que es mi casa, mi mundo familiar, palidece cuando acuden a mi memoria los apagones, el bañarme con un jarrito, el catre donde dormía en la sala de la casa soportando un calor infernal, porque mi sueño de tener un ventilador, nunca lo logré alcanzar, ni siquiera aquellos caseros que si te descuidabas la paleta te arrancaba la mano. ¿Regresar? A veces deseo hacerlo. Otras me resisto. Tengo claro que “mi Cuba”  ya no existe. Hay una serie de nombres, de lugares que podrían evocarme alguna emoción, pero también furia. Así que lunes, miércoles y viernes, pienso en volver, pero los martes, jueves y sábados, me niego rotundamente. Los domingos reflexiono sobre esa duda.