La muchacha de seguridad, un tanto molesta, me pide que le traduzca al sujeto que él no puede entrar al área de aduanas. El hombre me asegura que necesita ver urgente a un "policía de inmigración", sin embargo, no me especifica para qué. Yo le respondo que si no habla claro, ni yo puedo asistirlo, y ella no le va a permitir que pase. Es entonces que me pregunta si soy cubano, le contesto que si. El tipo me enseña un pasaporte rojo con el rótulo de la Comunidad Europea y me ruega que lo ayude. Me explica que salió de Cuba luego de hacerse ciudadano español y se fue a Cancún; de allí, sacó pasaje para Miami, y lo que pretende ahora es entregarse a las autoridades para acogerse a la Ley de Ajuste...
Le cuento a la joven la historia. Ella me mira con cara de no entender nada y menos sabe lo que va a decir. Yo le sugiero que me deje entrar al hombre de una buena vez. Finalmente acepta. Ya sentado en la puerta de aduanas, a punto de yo hablar con un oficial, el hombre me toma por el brazo y me susurra casi.
-Diles que no me devuelvan...
Me sonrío. Me siento una suerte de Justino compasivo, y no puedo evitar acordarme de Juan Rulfo…