La primera vez que me tropecé personalmente con Manuel (Manolo) Sosa, fue hace dos años, en la Feria Internacional del Libro de Miami; específicamente en "La Casa Tula" -en la calle ocho,-, en una presentación que estuvo lo mismo, si la memoria no me falla, Riverón, Pintado y Heriberto. Recuerdo que, luego de leer sus poemas -que lamentablemente no se escucharon como merece un poeta que se atreve al impúdico acto de la lectura, debido a un audio "problemático" y unas camareras muy "locuaces"- se mostró parco y, tal vez, por esa distancia pretendida, no fui a saludarlo; o a presentarme, sería mejor decir, que el hombre no me conocía. No supe más de él, a no ser la veces que visitaba su Finca.
Tiempo después, Joaquín Estrada-Montalbán me publicó en su "Gaspar", un cuento que forma parte de mi libro "El libro de Los Cocozapatos...", que definitivamente asustó a Sosa -y confieso con sus razones-. Su grito porque parasen las prensas -al que se le unieron otras voces-, provocó que luego él y yo estableciésemos una suerte de intercambio de opiniones a través de comentarios en algunos blogs donde coincidíamos -sobre todo en el blog camagüeyano y en el de Cuba Inglesa y, las más de la veces, para “corregir“ impresiones de varios anónimos que nos mencionaban por esas deliciosas ganas de mortificar, que habitan dentro de una minoría-, pero ninguno de los dos fue lo suficiente extenso en sus exposiciones, de ahí que, no pasó de ser nuestro discreto y respetuoso diálogo un ejercicio de mera formalidad bloguera. Hoy, en cambio, Manuel se muestra más sociable y me responde estas preguntas, las que sin dudas me llevan a decirle: gracias guajiro por las respuestas…
Tengo una Isla portátil, que es memoria intacta y archivo exuberante. Y lo mejor de todo: es recargable.
por Denis Fortun
Denis Fortun. ¿Quién es Manuel Sosa?
Manuel Sosa. Soy alguien que toma notas de lo que observa y lee, desde el ángulo menos conveniente, y que expone esas notas sin pensar en las consecuencias.
DF. ¿Cuándo sales de Cuba y por qué no te estableces en Miami, como la gran mayoría de los cubanos?
MS. Logré convencer a una institución canadiense de que me otorgase una beca. Así fue que salí en 1998. Al año siguiente crucé la frontera y me radiqué cerca de Charlotte, Carolina del Norte. De allí escapé hasta Atlanta, que me pareció la ciudad ideal, con sus estaciones bien definidas, su peculiar manera de representar al Sur, y de estar cerca de todo, incluyendo la Florida. No descarto vivir en Miami, tal vez cuando me retire o encuentre algún pretexto fisiológico…
DF. Estar lejos de “la capital de exilio”, ¿consideras que te da alguna ventaja al momento de reconocer errores, aciertos, de lo que aquí se hace en lo que se refiere a la cultura en general y, por qué no, a la política?
MS. Estar lejos es ventajoso porque te apartas, sin quererlo, de retóricas y alianzas. Me interesa el énfasis político, en lo que atañe a Cuba, que transpira Miami. La razón es simple: es algo que no se aprecia viviendo en otras ciudades. Poder entrar y salir de esa vorágine resulta saludable: te alimentas de ella, sin ahogarte. En los últimos años, se nota el incremento de una vida cultural creíble, sin el artificio que regalan ciertas instituciones. Que Miami se convierta en un centro cultural “real” no debe gustarle a quienes la usan meramente como refugio o blanco político, de una y otra orilla.
DF. ¿Qué piensas de Miami? Lo bueno, lo malo…
MS. Es muy común oír a los cubanos quejarse de Miami. Por eso la defiendo. El día en que todos resuelvan elogiarla, pues la criticaré.
DF. Hablar de poesía contigo es un tema obligado, y tu opinión sobre lo que está pasando fuera de Cuba en cuanto a versos me interesa; además, cómo es que -y lo pregunto con todo respeto-, un guajiro de Meneses llega a la literatura. Dispara…
MS. Resulta que la poesía cubana se ha distendido, luego de un período pródigo en cantidad y relativa calidad. Muchos se han apaciguado, unos pocos han callado definitivamente. Se respira un reordenamiento, que es visible en esos intervalos que los propios poetas se conceden para no apurar sus libros y buscar más dentro de sí. Es muy difícil valorar la poesía que se escribe en una nación repartida entre tantas latitudes. Tendrán que pasar varias décadas para tener idea de cuánto nos faltó y cuánto nos excedimos. Quizás entre nosotros andan los integrantes de un futuro Canon. La literatura ha abierto sus horizontes. Lo fugaz y lo virtual han sabido injertarse al vetusto árbol. En cuanto a lo de guajiro y la literatura… hay algo folclórico en todo eso. Ahora mismo, si vas a Meneses, te dirán que era un tipo raro, sospechoso, un tanto bocón en ocasiones, pedante… Llegué a la literatura por la lectura de tantos libros, como todos.
DF. De lo que se publica en exilio, qué piensas…
MS. Todavía existe una disposición del exiliado a sentirse víctima o activista, y a reflejarlo en su literatura. Falta despojarse de mucha afectación y mucha ingenuidad. Y sí, es frecuente que un escritor cubano haga el ridículo. La lástima y el panfleto venden bien, dondequiera. Pero también, y creo que en eso aventajan a quienes escriben en la isla, los exiliados no se deben a un modus retórico ni a condicionamientos políticos y económicos. De todos maneras, considero que el verdadero artista no se debe a ningún país o credo.
DF. ¿A favor o en contra de las antologías en el exilio?
MS. En contra de todas las antologías, aunque reconozco el aspecto utilitario de aquellas que se hacen con inteligencia.
DF. Eres en la Blogo, lo que podría definirse como un “experimentado”. Sugerencias para los que se estrenan en el “oficio”.
MS. Tener un espacio en el que todos interactúan resulta un gran reto. Cuando escribo, me imagino los reparos que pondrá el lector inmediato y me obligo a ser cuidadoso. Te digo, hasta las comas tienen que estar bien puestas. Al principio me obligaba a actualizar el sitio todos los días, pero ahora sólo cuando tengo tiempo, pues mi trabajo es bastante complicado. Al blog lo puede matar el entusiasmo, las cosas triviales que pretenden rellenar lo que no se pudo decir por falta de oportunidad o conocimiento. Mi blog, como he dicho muchas veces, es una libreta de apuntes. No tiene ínfulas literarias ni aspira a lo políticamente correcto. Se me reprocha que busco lo negativo nada más, pero no me veo haciendo silencio o aplaudiendo la chapucería y medianía que nos rondan a cada paso. El mejor consejo a un novicio: ponte los guantes y no tomes nada personal si quieres sobrevivir. Y firma tus opiniones.
DF. A veces noto que te distancias de la “blogósfera” y, como que te conviertes en un electrón libre ¿Lo haces por soberbia, pose, o por considerar que este movimiento se dispersa y además se desgasta en nimiedades?
MS. Yo quisiera pensar que lo que me distancia del pelotón, al igual que otros espacios distintivos, es que no me parezco a nadie. Me gustaría que fuera así, sin proponérmelo siquiera. Algunas ideas colectivas son atrayentes, pero la mayoría tienen sabor y vocabulario de reunión sindical. Desde que comenzaron a usar la palabra “movilización” y a diseñar acciones risibles, decidí no sumarme (otra palabra sintomática) a ninguna otra iniciativa (ya tú ves, el vocabulario se pega). También hay algo de pose y soberbia. Una pequeña dosis.
DF. ¿Crees que bloguear represente algún beneficio en lo que respecta al “problema cubano”?
MS. La discusión que falta entre cubanos se ha venido desarrollando en el mundo virtual. Altisonante, con vehemencias, educada o grosera… Es algo.
DF. Sé por experiencia de tu apego a las “formas” en la literatura ¿Te es tan importante así, que alguna vez has preferido subordinar la idea al método, aun cuando se corra el riesgo de limitar a la historia?
MS. Ninguna historia es tan original que pueda darse el lujo de ser mal contada.
DF. Algunos hablan de tu memoria y tu obsesión por hacer listas de escritores fuera de Cuba ¿Estarías dispuesto ha convertirte en una suerte de historiador de la blogo cubana y, en especifico, de la literatura de la diáspora?
…MS. Concebir listas es una de las mejores maneras de activar discusiones. Es jugar con lo publicitario y lo pueril. Es apropiarse del mal gusto para irritar al típico intelectual. Y son pura broma, en el fondo. No existe propósito de antologar y archivar. Sin embargo, todo comenzó como “performance”, como una denuncia más, pues la primera lista que publiqué incluía nombres de escritores y periodistas exiliados de cierta significación. Era una lista incompleta, como todas. Pero nos hacía pensar: medio millar de escritores valiosos que no publican en su país (con excepciones, pues yo mismo he publicado en Cuba libros que me pidieron, cuando me creían un elemento “moderado”); y ¿qué nación puede enorgullecerse de tanta omisión? ¿Qué sociedad es esa que pierde representatividad a borbotones: artistas, músicos, deportistas, escritores, profesionales, y todavía habla de “construir el futuro”?
DF. Tocando la política en sus bordes: en las últimas oleadas de exiliados cubanos se nota menos enfrentamiento con el gobierno de Cuba que, el manifiesto por los que se fueron la principio de la revolución, y hasta se promociona un acercamiento al régimen, entre otras cosas, con los llamados intercambios culturales que sólo fluyen en una dirección. ¿En tu opinión, esto tiene que ver con el hecho de que, los que vinieron primero, perdieron más (desde todo punto de vista) que los que ahora llegan, o responde lo mismo a un desinterés marcado de muchos por la Isla y, hasta sea consecuencia de lo que algunos denominan “la penetración castrista”.
MS. Los últimos exiliados están saturados de tanta propaganda política. Casi ninguno de ellos estuvo preso largos años, o sufrió humillaciones, o fue apedreado… No se puede esperar que piensen como sus predecesores. Todavía en mis tiempos exiliarse no era la mejor opción. Pero el castrismo ha logrado que el cubano de hoy sólo piense en sobrevivir, así sea en Kabul. La tontería del “intercambio cultural” sólo la cree Hugo Cancio, porque es una fachada para hacer dinero. Si el gobierno cubano tuviese sentido del humor, nos enviarían el Circo Nacional… La asistencia estaría garantizada: un lleno completo.
DF. En un reciente post tuyo, publicado en “La Finca”, aseguras que Venezuela se merece a Chávez. ¿Piensas lo mismo con respecto a Cuba…?
MS. La idea de ese escrito era hacer ver cómo un país fue capaz de elegir democráticamente a un sátrapa. Un sátrapa inculto y vulgar, sin un gramo de originalidad. Sabían que lo estaban eligiendo para un mandato sin término, y a nadie le importó. Por eso se lo merecen. El caso de Cuba es distinto, aunque es justo reconocer que los cubanos siempre anduvieron a la caza de un Mesías y de una Revolución redentora. Y fueron complacidos. Pero creo que ha sido suficiente.
DF. Algún proyecto en el que te encuentres ahora mismo inmerso…
MS. Estoy aprendiendo a leer la clave de Fa en el pentagrama. Y ya no puedo echarme… para atrás…
DF. ¿Regresarías a la Isla alguna vez, haya cambios o no?
MS. No regresaré. Tengo una Isla portátil, que es memoria intacta y archivo exuberante. Y lo mejor de todo: es recargable.