¿Llego tarde? Quizás, pero es mi deseo comentar
sobre lo último, lo referente a una rubia platinada que admiro, que gusto, suerte
de fetiche, mujer que me pertenece como a millones, que continúa siendo uno de
los símbolos sexuales más poderosos de Hollywood ¿Una razón más? Esa criolla hermosa,
no hay dudas, esa muchacha que ha vuelto loca y desaforada a buena parte de la
prosapia cubana, sin importar orillas, que hoy la veneran cuasi diosa y condenan de la manera más fundamentalista al que no la adora, o la reconoce tal y como
ellos decretan, y que finalmente, luego de interpretar a una santiaguera espía a
la que James Bond mira como “que muchachita más simpática”, sin tomársela muy
en serio, salta ahora definitivamente a un estrato superior en su carrera como
actriz.
Otra enmienda pertinente: de crítico de arte,
mucho menos de cine, no tengo absolutamente nada (dar “cuero” y burlarse, otra forma
de la crítica indiana, esa no cuenta) Sin embargo, soy cubano, escribo a veces,
y eso me convierte en “cualquier cosa posible", un potencial "opinador" sin limitaciones (como muchos), incluyendo la
crítica (¡Te atreves! Dirán algunos). De hecho, hace unos días, en Facebook, el
buen amigo Luis Bofill mencionaba medio en broma, o tal vez muy en serio, basta
que un evento tenga que ver con nuestro “linaje” y nos convertimos en analistas
políticos, expertos aeroespaciales, siderúrgicos, económicos, médicos, gurús, meteorólogos,
analistas políticos otra vez y, por supuesto, críticos de arte, y por estos días
en particular, de cine. En fin, luego de este "panegírico" introductorio, voy al
grano.
La Blonde
La película, se ha dicho, es una adaptación de
la novela de Joyce Carol Oates que, según publica Gawalpop Blog, ha comentado
la autora de la controvertida ficción, y con sobrado orgullo, es una
brillante obra de arte cinematográfica que obviamente no es para todo el mundo”,
y agrega, seguramente Andrew Dominik ha querido contar la historia de Norma
Jeane con sinceridad (debería advertirlo NETFLIX). Y he aquí, mi primer y más
importante encontronazo con la película que, reitero, se ha dicho
reiteradas veces: es una obra de
ficción.
Norma Jeane, Marilyn Monroe para más señas, de
tonta no tuvo un pelo (ni el rubio, ni el natural), y fue muchas cosas: actriz, emprendedora
y empresaria, irreverente, moderna, y hasta mujer traumada y puta dirán algunos mojigatos, pero jamás imbécil. Y mucho menos la imagino en un acto de felación con sus ojos perdidos, asustados, escena que me predispuso por varios segundos a que me practiquen
el sexo oral, por suerte se me pasó de inmediato. Por cierto, Kennedy, si
quisieron que su personaje resultara repulsivo, es este uno de los más
logrados momentos de la película, algo que a los demócratas debe tenerlos disgustaditos.
Sin embargo, no me voy a meter en los “comedimientos” misóginos y de política del
filme, los judaicos, los de izquierda o derecha, del aborto o el derecho a la
vida u otros tópicos neurálgicos, no me interesan. Que hay tela por donde cortar, y tijeras con filo sobran en todos los
bandos
Mujer que se abrió paso en una industria tan
competitiva como el cine, repleta de rubias hermosas que la antecedieron y con
probado talento muchas de ellas (muy pocas de las tantas que le sucedieron han
marcado pautas como Marilyn), supo desenvolverse entre leones y buitres, amén
de “arañazos” recibidos; supo desbancar a la competencia, quizás siendo ella
misma buitre y leona, y la imagen que pretende la película en
lo personal “no me cuadra”. Tratándose de una mujer con un erotismo como pocas
y con un IQ considerable, con herramientas de calibre para seducir, que no
todas se llevan a un presidente a la cama y al fiscal general de una nación
poderosa, hermanos por si fuese poco, tal y como asegura la leyenda urbana, acá
se empeñan en mostrarla como una bipolar al borde siempre del colapso mental, una pobre inocente victima hasta de los maquillistas. Y es que,
justamente esa vida que recrea la película, da para que quien padece tormentos
como esos en su infancia y adolescencia, su juventud, desarrolle unas “espuelas 3 y medio con veneno en la punta”, que le
pasaría “la cuenta” al más pinto, o convertirse incluso en un asesino en serie. Y lo digo por las posibles respuestas, las más habituales, para traumas como esos, todas excepto la menos posible: la sumisión y el miedo. Y
regresando a la hembra ¿Qué mujer podría cantar un Happy birthday Mr.
President de la manera que ella lo hizo, con tanto erotismo y hasta ironía,
que imagino a la señora primera dama Mrs. Jackelin se le revolvió la bilis? En
fin, que no soporto la victimización, el infantilismo que le endilgan, si bien no
apuesto porque fuese una mujer perfecta, y no desecho fuera también una víctima. Al fin de cuentas, su muerte no está muy clara que digamos, y los hay quienes dan por hecho, "se trató de un encargo".
A todos nos ha picado de cerca ese hijo de puta dispuesto a jodernos la vida, y
lo peor, vivimos rodeados de quienes están más dispuestos aún a mordernos la yugular al
primer pestañazo.
En cuanto a la realización, como diría
Mariella Mullor en Fotogramas, considerando al larguísimo metraje una
propuesta tan arriesgada como valiente en su cambios de formato (entiéndase principalmente
el dale palante y patrás del blanco y negro al color, entre otros usos del “lenguaje cinematográfico” en el filme), a mí se me antoja repetitivo, abusivo,
al punto que llega a molestarme, sin acceder a la respuesta de aquello que
pretende, o al menos sugiere, el señor Dominik, sin permitirme disfrutar la técnica tal
y como Mariella asegura. Y nosotros, los criollos, sabemos cuán importante es
la técnica: “que, sin técnica, no hay técnica”. No así la fotografía, el
vestuario, las imágenes que involucran a una buena cantidad de extras, hombres
en su mayoría que, con gusto insano, se la comerían literalmente. La escena donde le desfiguran la boca a un grupo de tipos a la puerta de un cine, esperándola
para rendirle culto, de mis favoritas.
Apretando cuartillas, el larguísimo metraje
por momentos me tuvo a punto de trocarlo por una película doblada de Tele
Mundo. Solo ella, la rubia criolla, y la presencia de un actorazo como Bobby
Cannavale y Adrien Brody, me hizo que siguiese pendiente de la ¿historia?
La Rubia
Exactamente un
jueves 3 de diciembre del 2009, en este blog, escribí un post titulado Ana de Armas, mi sorpresa, y lo hice con entusiasmo. Recién descubría a esta
cubanita guapa que había llegado a España con un peculio reducido, pero unas
inmensas ganas de triunfar. Confieso me resultó agradable saber de ella y simpaticé
con su historia, y me gustó su frescura, y su belleza, sus ojos verdes, y que
estuviese lejos de estereotipo de la hembra de morrocotudas nalgas y caderas
anchas (un problema de estética personal). Tiempo después esa historia cambió y esta chica, guajirita de Santa Cruz (lo digo sin ser despectivo, el habanero considera que, del Cotorro para allá, lo demás es paisaje y campo) se
convirtió en “Star”, y eso justamente lo refrenda su actuación en Blonde.
Ahora bien, reconociendo
su desempeño histriónico (voy sonando como un crítico), en ningún momento sentí,
padecí con gozo, la sensualidad de Marilyn en la piel de Ana. Por muchas escenas
de desnudos, por mucho que mostrara sus senos y demás osamenta y carnes, la bella
De Armas no consigue “alterar mis niveles de testosterona” en ningún momento, como haría
una Anya Taylor-Joy, Megan Fox, Jessica Biel, Eiza González, o una esquelética Keira Knightley que, dicho
sea de paso, la disfruto en la pantalla como a pocas (espero que Ailer al leer
esto, entienda se trata de una “crítica de cine de alguien que no es crítico), y todo por “su rostro frio que da pena”. Y fue
entonces que, sentí una inmensa pena por Ana. Es decir, por eso que le tocó "hacer", que presumo tal vez no era lo que quería.
Por supuesto, el responsable es el señor Dominik, por algo dirige el filme. Hablo de lo
desabrida que me resulta en ocasiones la sensualidad de una artista, una joven
que en la vida real definitivamente tiene lo suyo, y de qué manera (espero
Ailer siga entiendo se trata de una reseña ), y todo por el empeño de novelista y cineasta
para mostrarnos a una Marilyn “diferente”, supongo con la intención de destruir
el mito, en una película que del mismo modo se me antoja por momentos un thriller
psicológico con su dosis porno, donde una pobre joven padece el síndrome del padre ausente. Bring me my Daddy, please...
¿Premios? Si, Ana de
Armas los merece, pero coincidiendo con un post que escribiera Rubén Aguiar
publicado en Zoe Post, son demasiados los “contratiempos” a los que deberá
enfrentarse Ana, Dominik y Brad Pitt, al momento que La Academia decida quién
gana o no (espero en esta edición no le “suenen” la cara al maestro de
ceremonia). Eso sí, aun cuando no soy bueno en predicciones (me atreví una vez
a decir que Obama no ganaría la presidencia, y una noche me fui a la cama
seguro que al otro día Donal Trump continuaría siendo presidente), la
nominación debe ser un hecho.
Posdata: la cubana
Hay otro tema que,
si bien nada tiene que ver con Marilyn, una gran mayoría de la tribu lo comenta desde que
se estrenó Blonde, y toca a Ana de Armas de cerca, muy cerca. Trama por los que
algunos me van a odiar, por mezclar a Norma, Ana, y a la política criolla, una
suerte de “el cuento de los fenicios”. Muchos no le perdonan a la cubana que
participara en el bodrio de las avispitas espías (dicho sea de paso, en ese
mediocre metraje no puedo opinar de su actuación, tuve a bien no dispararme la
peliculita apologética y muy lejos de la realidad), y por el solo hecho de haberse involucrado en esa
farsa no la perdonan y, mucho menos, la reconocen como lo que es ciertamente,
una excelente actriz. Y digo yo, ¿hasta cuando vas a guardar silencio, Ana,
sobre un tema que para ti también, doy por hecho, es importante? La libertad y el bienestar de los tuyos, merece compromisos y honestidad más allá de lentejuelas, luces, cámaras y acción.
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