sábado, 8 de octubre de 2022

Blonde y Rubia


 


¿Llego tarde? Quizás, pero es mi deseo comentar sobre lo último, lo referente a una rubia platinada que admiro, que gusto, suerte de fetiche, mujer que me pertenece como a millones, que continúa siendo uno de los símbolos sexuales más poderosos de Hollywood ¿Una razón más? Esa criolla hermosa, no hay dudas, esa muchacha que ha vuelto loca y desaforada a buena parte de la prosapia cubana, sin importar orillas, que hoy la veneran cuasi diosa y condenan de la manera más fundamentalista al que no la adora, o la reconoce tal y como ellos decretan, y que finalmente, luego de interpretar a una santiaguera espía a la que James Bond mira como “que muchachita más simpática”, sin tomársela muy en serio, salta ahora definitivamente a un estrato superior en su carrera como actriz.

Otra enmienda pertinente: de crítico de arte, mucho menos de cine, no tengo absolutamente nada (dar “cuero” y burlarse, otra forma de la crítica indiana, esa no cuenta) Sin embargo, soy cubano, escribo a veces, y eso me convierte en “cualquier cosa posible", un potencial "opinador" sin limitaciones (como muchos), incluyendo la crítica (¡Te atreves! Dirán algunos). De hecho, hace unos días, en Facebook, el buen amigo Luis Bofill mencionaba medio en broma, o tal vez muy en serio, basta que un evento tenga que ver con nuestro “linaje” y nos convertimos en analistas políticos, expertos aeroespaciales, siderúrgicos, económicos, médicos, gurús, meteorólogos, analistas políticos otra vez y, por supuesto, críticos de arte, y por estos días en particular, de cine. En fin, luego de este "panegírico" introductorio, voy al grano.

 


La Blonde

La película, se ha dicho, es una adaptación de la novela de Joyce Carol Oates que, según publica Gawalpop Blog, ha comentado la autora de la controvertida ficción, y con sobrado orgullo, es una brillante obra de arte cinematográfica que obviamente no es para todo el mundo”, y agrega, seguramente Andrew Dominik ha querido contar la historia de Norma Jeane con sinceridad (debería advertirlo NETFLIX). Y he aquí, mi primer y más importante encontronazo con la película que, reitero, se ha dicho reiteradas veces: es una obra de ficción.

Norma Jeane, Marilyn Monroe para más señas, de tonta no tuvo un pelo (ni el rubio, ni el natural), y fue muchas cosas: actriz, emprendedora y empresaria, irreverente, moderna, y hasta mujer traumada y puta dirán algunos mojigatos, pero jamás imbécil. Y mucho menos la imagino en un acto de felación con sus ojos perdidos, asustados, escena que me predispuso por varios segundos a que me practiquen el sexo oral, por suerte se me pasó de inmediato. Por cierto, Kennedy, si quisieron que su personaje resultara repulsivo, es este uno de los más logrados momentos de la película, algo que a los demócratas debe tenerlos disgustaditos. Sin embargo, no me voy a meter en los “comedimientos” misóginos y de política del filme, los judaicos, los de izquierda o derecha, del aborto o el derecho a la vida u otros tópicos neurálgicos, no me interesan. Que hay tela por donde cortar, y tijeras con filo sobran en todos los bandos

Mujer que se abrió paso en una industria tan competitiva como el cine, repleta de rubias hermosas que la antecedieron y con probado talento muchas de ellas (muy pocas de las tantas que le sucedieron han marcado pautas como Marilyn), supo desenvolverse entre leones y buitres, amén de “arañazos” recibidos; supo desbancar a la competencia, quizás siendo ella misma buitre y leona, y la imagen que pretende la película en lo personal “no me cuadra”. Tratándose de una mujer con un erotismo como pocas y con un IQ considerable, con herramientas de calibre para seducir, que no todas se llevan a un presidente a la cama y al fiscal general de una nación poderosa, hermanos por si fuese poco, tal y como asegura la leyenda urbana, acá se empeñan en mostrarla como una bipolar al borde siempre del colapso mental, una pobre inocente victima hasta de los maquillistas. Y es que, justamente esa vida que recrea la película, da para que quien padece tormentos como esos en su infancia y adolescencia, su juventud, desarrolle unas “espuelas 3 y medio con veneno en la punta”, que le pasaría “la cuenta” al más pinto, o convertirse incluso en un asesino en serie. Y lo digo por las posibles respuestas, las más habituales, para traumas como esos, todas excepto la menos posible: la sumisión y el miedo. Y regresando a la hembra ¿Qué mujer podría cantar un Happy birthday Mr. President de la manera que ella lo hizo, con tanto erotismo y hasta ironía, que imagino a la señora primera dama Mrs. Jackelin se le revolvió la bilis? En fin, que no soporto la victimización, el infantilismo que le endilgan, si bien no apuesto porque fuese una mujer perfecta, y no desecho fuera también una víctima. Al fin de cuentas, su muerte no está muy clara que digamos, y los hay quienes dan por hecho, "se trató de un encargo". A todos nos ha picado de cerca ese hijo de puta dispuesto a jodernos la vida, y lo peor, vivimos rodeados de quienes están más dispuestos aún a mordernos la yugular al primer pestañazo.

En cuanto a la realización, como diría Mariella Mullor en Fotogramas, considerando al larguísimo metraje una propuesta tan arriesgada como valiente en su cambios de formato (entiéndase principalmente el dale palante y patrás del blanco y negro al color, entre otros usos del “lenguaje cinematográfico” en el filme), a mí se me antoja repetitivo, abusivo, al punto que llega a molestarme, sin acceder a la respuesta de aquello que pretende, o al menos sugiere, el señor Dominik, sin permitirme disfrutar la técnica tal y como Mariella asegura. Y nosotros, los criollos, sabemos cuán importante es la técnica: “que, sin técnica, no hay técnica”. No así la fotografía, el vestuario, las imágenes que involucran a una buena cantidad de extras, hombres en su mayoría que, con gusto insano, se la comerían literalmente. La escena donde le desfiguran la boca a un grupo de tipos a la puerta de un cine, esperándola para rendirle culto, de mis favoritas.

Apretando cuartillas, el larguísimo metraje por momentos me tuvo a punto de trocarlo por una película doblada de Tele Mundo. Solo ella, la rubia criolla, y la presencia de un actorazo como Bobby Cannavale y Adrien Brody, me hizo que siguiese pendiente de la ¿historia?

    


La Rubia

Exactamente un jueves 3 de diciembre del 2009, en este blog, escribí un post titulado Ana de Armas, mi sorpresa, y lo hice con entusiasmo. Recién descubría a esta cubanita guapa que había llegado a España con un peculio reducido, pero unas inmensas ganas de triunfar. Confieso me resultó agradable saber de ella y simpaticé con su historia, y me gustó su frescura, y su belleza, sus ojos verdes, y que estuviese lejos de estereotipo de la hembra de morrocotudas nalgas y caderas anchas (un problema de estética personal). Tiempo después esa historia cambió y esta chica, guajirita de Santa Cruz (lo digo sin ser despectivo, el habanero considera que, del Cotorro para allá, lo demás es paisaje y campo) se convirtió en “Star”, y eso justamente lo refrenda su actuación en Blonde.

Ahora bien, reconociendo su desempeño histriónico (voy sonando como un crítico), en ningún momento sentí, padecí con gozo, la sensualidad de Marilyn en la piel de Ana. Por muchas escenas de desnudos, por mucho que mostrara sus senos y demás osamenta y carnes, la bella De Armas no consigue “alterar mis niveles de testosterona” en ningún momento, como haría una Anya Taylor-Joy, Megan Fox, Jessica Biel, Eiza González, o una esquelética Keira Knightley que, dicho sea de paso, la disfruto en la pantalla como a pocas (espero que Ailer al leer esto, entienda se trata de una “crítica de cine de alguien que no es crítico), y todo por “su rostro frio que da pena”. Y fue entonces que, sentí una inmensa pena por Ana. Es decir, por eso que le tocó "hacer", que presumo tal vez no era lo que quería.

Por supuesto, el responsable es el señor Dominik, por algo dirige el filme. Hablo de lo desabrida que me resulta en ocasiones la sensualidad de una artista, una joven que en la vida real definitivamente tiene lo suyo, y de qué manera (espero Ailer siga entiendo se trata de una reseña ), y todo por el empeño de novelista y cineasta para mostrarnos a una Marilyn “diferente”, supongo con la intención de destruir el mito, en una película que del mismo modo se me antoja por momentos un thriller psicológico con su dosis porno, donde una pobre joven padece el síndrome del padre ausente. Bring me my Daddy, please...


¿Premios? Si, Ana de Armas los merece, pero coincidiendo con un post que escribiera Rubén Aguiar publicado en Zoe Post, son demasiados los “contratiempos” a los que deberá enfrentarse Ana, Dominik y Brad Pitt, al momento que La Academia decida quién gana o no (espero en esta edición no le “suenen” la cara al maestro de ceremonia). Eso sí, aun cuando no soy bueno en predicciones (me atreví una vez a decir que Obama no ganaría la presidencia, y una noche me fui a la cama seguro que al otro día Donal Trump continuaría siendo presidente), la nominación debe ser un hecho.

 


Posdata: la cubana

Hay otro tema que, si bien nada tiene que ver con Marilyn, una gran mayoría de la tribu lo comenta desde que se estrenó Blonde, y toca a Ana de Armas de cerca, muy cerca. Trama por los que algunos me van a odiar, por mezclar a Norma, Ana, y a la política criolla, una suerte de “el cuento de los fenicios”. Muchos no le perdonan a la cubana que participara en el bodrio de las avispitas espías (dicho sea de paso, en ese mediocre metraje no puedo opinar de su actuación, tuve a bien no dispararme la peliculita apologética y muy lejos de la realidad), y por el solo hecho de haberse involucrado en esa farsa no la perdonan y, mucho menos, la reconocen como lo que es ciertamente, una excelente actriz. Y digo yo, ¿hasta cuando vas a guardar silencio, Ana, sobre un tema que para ti también, doy por hecho, es importante? La libertad y el bienestar de los tuyos, merece compromisos y honestidad más allá de lentejuelas, luces, cámaras y acción.


Imágenes: Google