viernes, 30 de julio de 2010

Los versos que me cuadran... (XIV) David Lago; Maya Islas; William Navarrete

Wallace Stevens
por David Lago
poema que tomo de Efory Atocha

En una época sin creencias,
la misión del poeta
es proporcionar las satisfacciones de la fe

Wallace Stevens

La fe satisface el alma y fortalece el cuerpo,
pero disiento de ti, Wallace Stevens,
en creer que el poeta porte alguna misión
que no sea el duro trabajo de labrar un verso
que dé contento y gozo a su alma descreída.

No colma proferir una profecía y comprobarla: más bien espanta.
Tengo tanto miedo de lo que llevo dentro como de lo que veo fuera.
Si tú, Wallace Stevens, puedes endulzar esta época que me ha tocado vivir
ofreciendo a mi alma el apoyo eficaz, ven, acércate,
coloca mi mano sobre la garrota y échame a andar
para que cuerpo y alma hallen regocijo en lo que dices.

(Madrid, 6 de septiembre de 1999)






Alma
por Maya Islas
poema que tomo de Portal de la Poesía

Transparente a pesar de la materia,
me asimilo a la red con una santidad particular;
soy una firme creyente
de que hay dos movimientos para visitar la vida,
y el trayecto a pie es lo apropiado.

Mientras verifico estas sensaciones,
me acomodo en la línea vertical
que me espera al final del túnel,
aunque el tren,
con su imagen rápida,
prohíba los pecados de la imaginación.

La maestría de mi curiosidad resolverá mi libertad
moviéndome de un lado de mi cuerpo
hacia otro cuerpo.






LID DE MOTIVOS
por William Navarrete
poema que tomo de Efory Atocha

La sobrevivencia es el arte
que ha hecho de Chichaoua
algo más que una encrucijada
en las rutas que se disputan
desde tiempos inmemoriales
la tierra, el cielo y el mar.

Allí los ómnibus vomitan
un mar de leva de seres
calcinados por la inclemencia
del yodo que parece agotarse
ante la misma voracidad
con que muerden las alfombras.

En el remedo de una plaza
no cabe un alborozo más
de parte de los chamuscados
complacidos que arrastran
el sudor fresco de los telares
como panzudos bergantines de Indias.

Una institutriz de Gironda
intenta explicar en vano
a sus ángeles traviesos
la abstracción de una cabra
huyendo, en un mar de sangre,
de la geometría perfecta del reptil.

El jolgorio febril de los rollos
nos impide saber, a la institutriz,
a los ángeles y a mí,
si en la lid de los motivos
se ovillan las serpientes sobre
los cuerpos vencidos de las cabras.

Un narguile es la torre almenada
refugio dorado de cristal y humo
en el fondo de un café de barrio
a la espera del milagro de la luna
vencedora de los aluviones
escapando de la incógnita negrura.

Ahora que Chichaoua recobra
la geografía anónima de sus muros,
puedo sentir el aroma del azúcar,
la ardiente melaza de otros tiempos
percutiendo al ritmo de un bendir
el ahouach que palmotean los hombres.