sábado, 1 de octubre de 2011

Hialeah hoy

Conozco innumerables cubanos que juran no poder vivir en Hialeah, consideran que “es demasiado fuerte”. Los hay incluso, quienes van mucho más lejos al asegurar que si escaparon de Cuba, fue precisamente por no soportar, entre otras calamidades que nos asisten como nación, el exceso de esa cubanidad que no niegan de manera radical -no pueden-, pero que prefieren lejos. Sujetos más dado a la impronta anglo-europea. Un estado anímico compresible, digo yo.

Sin embargo, los hay igual, aquellos que no consiguen soportar más de una semana fuera de la “ciudad que progresa”, y pregonan sin pudor alguno su amor al sitio en el que más cubanos viven fuera de la Isla, dejando suelto el indomable ego que nos marca como grupo, y que hasta lo promueven en lumínicos.

Claro, una cosa es cierta, Hialeah es una ciudad singular en medio del Gran Miami-Dade, y como todo espacio polémico, sí lo mismo cuenta con detractores, también la cortejan un gran número de enamorados citadinos, y no necesariamente criollos.

Eso sí, para nada se puede decir de que se trata de un emporio aburrido; y tiene además un lenguaje muy peculiar en cuanto al manejo del bilingüismo y las imágenes, que desde luego, la distinguen del resto. Si no me cree, dese un salto Lejeune Road arriba buscando la 49 Ave. Y si se atreve a más, cómprese un carro en Gus Machado Ford…









Imágenes proporcionadas por mi amigo "El Quilla"