jueves, 4 de agosto de 2011

Los versos que me cuadran en la diáspora (XLVIII)

Carlos Victoria
Poema III


Texto que tomo del blog de David Lago (El Penthouse de Heriberto) perteneciente a Seis poemas para mi madre loca en Camagüey


Qué isla desierta la locura,

la paz de manos grises,

la añoranza!

La tarde en que mi madre

tuvo el único hijo,

todas las calles se le volvieron muerte.

Cabezas de tiniebla

y animales sin labios

merodeaban la cuna de sus noches.

Y sus pechos estaban helados.

las salamandras llenaban

las paredes,

aunque nunca mostraban los ojos.

Y mi madre, que soñaba

con un dios en la puerta,

sentía a los muertos acercarse.

De rezos y de amor

me abrigaba en su blusa.

Y los muertos entraban

sólo a tocar

su sombra,

junto a la mecedora gris

donde ella cada noche me

arrullaba. Y había voces y llaves más reales.

Los dos éramos eco de otra eternidad.



Para leer el post El amigo de Kafka (Carlos Victoria, "Seis poemas para mi madre loca en Camagüey), y que sirve de presentación a los textos de C. V., clic aquí