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-Estoy buscando una mamá.
Mi mujer y yo nos miramos sorprendidos. Aunque el momento no era el propicio para una broma, no pudimos contener la risa. El anuncio, definitivamente se prestaba a confusión. La niña, todavía en brazos de mi mujer, no entendía nada, pero se río igualmente. Yo le pregunté cuál era el nombre de su mami.
-María- respondió la niña.
Fue entonces que la mujer del mostrador, con su rostro más serio aún, repitió el anuncio, esta vez más específico.
-Señora María. “Pliis“, dirigirse a “costume servis”. Su hija está perdida y busca a su madre.
Dos minutos después llegó corriendo, aterrorizada casi, la despistada madre, y luego de cargar a su hija, besarla y reprocharle con cariño que se le había escapado, nos agradeció a mí y a mi mujer y acto seguido empezó a contar su odisea, dándonos un sinnúmero de justificaciones que nosotros no le pedimos y, menos nos interesaba. Ya a punto de irnos, la señora del mostrador me comentó.
-Oiga, señor, yo lo que quise decir fue que buscaba a la mamá de esa niña- y sonriéndose agregó-. Ustedes los cubanos soy muy mal pensados.
Mi esposa, riéndose lo mismo, le dio la razón.