lunes, 2 de agosto de 2010

Sonia Díaz... Coloque el "enorme" donde mejor le parezca



El enorme descubrimiento de mi ignorancia o el descubrimiento de mi enorme ignorancia. Póngase el "enorme" donde parezca mejor.


Hace unos días cometí el error de confundir a Alberto Vázquez-Figueroa, con Manuel Vázquez-Montalván. ¿Por qué?, no diré que fuera un lapsus, o que fue cosa de los apellidos compuestos o algo así. Fue por puro desconocimiento, ignorancia, para ser claros.

Estaba en una conversación con Chago Méndez —Chago para mí, para los que no son sus amigos, el poeta cubano residente en Madrid Santiago Méndez Alpizar, aclaración hecha por el propio Chago en su día—, y entonces yo confundo a ambos escritores, y él me aclara que uno de los dos está muerto y por tanto no puede dar una conferencia en ningún sitio, todo esto ¿a qué viene? Pues a que a veces cuando tengo dinero me compro pulseras, pero la verdad es que la mayor parte de las veces compro libros, mejor en los mercadillos, me gustan los libros viejos, son más baratos, traen dentro cositas que han dejado sus dueños anteriores y que suelen ser la mar de interesantes y, ojito, si tengo suerte están anotados, eso me encanta.

De mercadillo de libros hace unos días me compré ‘Reflexiones de Robinsón ante un bacalao’, de Vázquez-Montalván, y me he divertido de lo lindo, prometo en breve comprarme algo de Vázquez- Figueroa, o leerlo en Internet porque me acabo de enterar, de que muy gentilmente este escritor pone a disposición de sus lectores lo que escribe gratuitamente.

Primero: aclarar lo de mi ignorancia, al confundir muertos con vivos y unos escritores con otros. Suelo comprar y leer los mismos libros. Cada vez que los veo los compro aunque siempre relea en el mismo, uno destrozado, anotado y desgastado, y termine regalando los otros que compro y vuelvo a comprar, y rara vez, excepto por este episodio con Chago cambio a leer otras cosas, a veces me he obligado y me aburro muchísimo, pero esta vez reconozco que no es el caso: Robinsón ante un bacalao, reflexionando, me está dejando ko, es... estupendo.

Y segundo: volviendo a los mercadillos y los libros, y las cosas que traen dentro de los dueños anteriores, he hecho un inventario de lo que traían los libros de esta vez:
- Un corazoncito de cartón de color rojo que dice: por una cara Lovable y por la otra Insolenzia
- Una tarjeta de servicio de taxi por teléfono, radiotaxi de Madrid, con anuncios de cristalería para automóviles en Dolores Barranco 86-88, Barrio Usera
- Un hilo, ¿dental?, ¿usado?, uf…
- Un sobrecito minúsculo de papel blanco avejentado que dice: MAGASIM LYS DE MARIE, debajo trae el dibujo de una flor de lis, Articles Religieux Souvenirs, 18 Avenue Peyramale, LOURDES y un teléfono
- Varios marcadores, uno en especial trae una brújula pintada y me atrae muchísimo


He pensado llamar al teléfono que trae el sobrecito, preguntarle cosas al que conteste. He tratado de imaginar qué tuvo dentro antes de ser colocado entre las páginas de un libro, obviamente para que yo lo encontrara. Y la brújula, no quiero tener un marcador con una brújula, no sé qué hacer con él, pero mientras más lo miro más me atrae, por lo que tampoco quiero tirarlo o regalarlo. Supongo que si está en mi mano es por algo, lo he colocado dentro del libro de Vázquez-Montalván, y he pensado ... ¡Era para Robinsón!


Crónica de Sonia Díaz Corrales que tomo de Facebook