miércoles, 8 de mayo de 2019

Feudo árido del haber donde no hubo



hubo una vez la charca
historias de ranas que no vale la pena te cuente
y hoy es caminito enquistado de guizazos

pero hubo antes un arroyo de márgenes estrechas
—de esos que complacen—
que fue agua mansa
—esa que Dios ha de librarnos—
y el arroyo se hartó de elementos
y en su estreno de corrientes y mal tiempo se hizo río turbio
en un inicio de caudal minúsculo
y pronto quedó claro y enorme
y era mucho más que charca arroyo y río
y mudó a riesgo de su propia suerte
y fue a besar a un golfo propenso a sofocarnos
hubo una vez el golfo
azul de Olokun
donde flotaban absurdos y mesías nadando bocarriba
—por eso de tener al sol como bitácora y promesa—
y se dice
hubo un buen signo en medio de los cambios que participaban 
todas esas aguas y los hombres
—hoy sin evidencias que fue bueno pues sólo queda fango—
y juran los incautos más entusiasmados
el golfo se propuso cautivar al río
y le ofreció un solemne sacrificio al dios que
protege los senos pequeños y las caderas anchas
y hubo de todo
incluyendo maniobras
en tanto el mundo continuaba arrastrando lo pendiente en el diluvio

hubo una vez
—a secas una—
que aconteció el hechizo en medio de promesas y aros
y el intento más allá del agua trascendió en sinopsis

hubo también  
que de haber tanto y no notarlo
vino a suceder la sequía
y apareció para quedarse la arena alba y su sordina
feudo árido
donde ahora se envuelve el recuerdo a una duda 
y antes hubo nada más que charca


Foto Panol de la Vega