miércoles, 20 de marzo de 2024

Feria de Tampa, de lo que menos se habla es de libros


 

Créeme, he reescrito el encabezamiento de esta entrevista varias veces y en ninguna de sus formas me he sentido complacido,  y el caso es, para hacerlo conforme a cómo pienso, debo ser honesto. A incicios de este mes se celebró la Feria Internacional del Libro de Tampa, convocada entre otros por Alberto Sicilia, quien desde diciembre del pasado año me cursó una invitación para que yo participara. En un inicio mi intervención sería presencial, estaría en Tampa con mi cuaderno Coordenadas Ilícitas (CAAW Ediciones 2023, de Yoana Martínez), sin embargo, por razones personales en enero cancelé mi ida. Sicilia me ofreció entonces la opción de que estuviese a través del chat, vía virtual y, por supuesto, accedí de muy buena gana. Mi presentación seria el domingo 10 de marzo a las 3:00 pm en el Martí virtual room

Como es de suponerse, desde que comenzó la Feria seguí a través de Facebook y en otros portales de la red cómo se iba desarrollando el evento, hasta que el sábado una publicación colgada en Classic Surbesive mostraba la participación de una delegación oficial cubana, y entre ellos a un personaje que, desde que supe la primera vez de él en Cuba a través de la televisión, en el programa "Universidad para todos", con su segmento de “Técnicas Narrativas”, me resultó sumamente desagradable, y me refiero a Francisco López Sacha. Mi primera reacción fue de disgusto. ¿Qué hacía este personaje, leal a ese rémigen más allá de toda duda, en Tampa? Decidí no participar el domingo y cancelé mi presentación sin dejarle saber a los organizadores. Motivos para hacerlo me sobraban después de ver la foto. Comunicarlos, ya vendría el momento. Claro, el lunes siguiente llamé a Sicilia, le dije qué pensaba, la razón fundamental de no estar, y la conversación fue extensa.

Conozco a Alberto Sicilia hace más de veinte años, fue por allá, en Cienfuegos, en la Librería Dionisio San Román, al comienzo de este siglo. Y la razón de ese encuentro luego de los años, su amistad, transcendió para mí de manera favorable. Gracias a Sicilia descubrí mi pasión por la poesía, en especial la rimada, y la décima en primera fila. De hecho, mi mas reciente poemario publicado por CAAW Ediciones es un cuaderno de décimas, y en este mismo blog publiqué un post dando la buena nueva de mi libro y agradeciendo justamente a Sicilia.  

Ahora bien, las preguntas que él me ha respondido, son las que me asistieron a medida que se ha ido desarrollando esta suerte de sainete virtual con la Feria de Tampa donde los comentarios de tirios y troyanos abundaron por casi dos semanas, algunos muy puntuales, como los de Joaquín Gálvez y Luis de La Paz, y otros tan pusilánimes, justificando lo que a mi juicio no lo es, nombres que prefiero no mencionar (los post de puro divertimento son otra cosa, es nuestra naturaleza vernácula, y me he reído con algunos). En fin, quien me lea, si ha llegado hasta aquí le pido disculpa por lo extenso y le agradezco, Y bueno, si  piensas diferente, ya hallarás la manera de hacérmelo saber… Gracias, Sicilia.

 

delegación oficial cubana a su llegada a Tampa

Feria de Tampa: de lo que menos se habla es de libros

Por Denis Fortun

 

Denis Fortun: ¿Quién es Alberto Sicilia

Alberto Sicilia: Un hombre de familia que valora la amistad sobre todas las cosas. Antes me presentaba como un camionero cubano que escribía versos; ahora soy un empresario cubanoamericano que se desvela por la libertad definitiva de Cuba.

DF:  De Cabaiguán a la literatura, pasando por los camiones. Cuéntame de ese viaje desde el campo a las letras, y de las carreteras, sobre todo las del centro de la Isla

AS: Siempre digo que nací arriba de un camión y que soy guajiro de entre lomas, pero se me olvida decir que soy un lector forzado por el asma, como Lezama Lima. En mis viajes por las ciudades de Cuba compraba decenas de libros para soportar el ahogo de la noche hasta la alta madrugada. Soy de los poquísimos “intelectuales” que nunca dependí de puestos en el gobierno y nunca tuve necesidad de hacer coro. De igual manera aquí, en Estados Unidos, he trabajado con mis manos y no dependo de Fundaciones, medios informativos ni dinero de los contribuyentes. A muchos, que me conocen bien, se les olvida que soy el único – viviendo esos años en Cuba- que no tiene libros publicados en las editoriales masivas que fundó el monstruo de Birán. Gracias a mi Padre, EPD, soy el hombre sin jefe, no soy segundo de nadie en nada y después de rebasar los 17 años aprendí a no tener miedo, me operé de los nervios en la Isla del diablo.

DF: ¿Cuándo sales de Cuba? ¿Qué te decide a dar el “salto definitivo”, y por qué Tampa y no Miami para establecerte?

AS: Salí en el 2013 porque estaba asqueado de aquello; la sociedad se estaba deteriorando; ya veía a ese “hombre nuevo” que no tendría reparos en aplastar al prójimo para conseguir un plato de frijoles con el mínimo de esfuerzo. Esos mismos que llegan aquí y quieren vivir del gobierno y de la trampa. Mi padre murió en el 2008 y yo seguí luchando un tiempo para mantener el legado familiar pero no fue igual. En Tampa vive uno de mis tres grandes amigos, esos que mantienen una promesa hasta la muerte. Ese es el motivo principal de mi llegada a esta Bahía. También conozco la historia de esta Ciudad y soy un Martiano fiel, al punto de desear concluir la obra que se frustra con la muerte del Apóstol en 1895.

DF: Háblame de la Primera Feria Internacional del Libro de Tampa. ¿Cómo surge la idea y cómo logras organizar un proyecto de esa magnitud?

AS: La idea de la Feria surge en conversaciones con el historiador Gabriel Cartaya. Era un anhelo de muchas personas, la mayoría hispanos. Yo soy un hombre de acción. En los primeros años no estaba preparado para enfrentar un proyecto de tanta envergadura. Tuve que trabajar mucho junto a mi esposa para sentirme en condiciones financieras de cubrir cualquier gasto necesario. He enterrado cables de Verizon en las arenas y bajo las raíces de los árboles de Tampa; hice entregas de paquetes de Amazon; limpié casas, apartamentos, patios; recogí basura. Escogí a gente puntual, responsable y fundé una compañía de servicios que crece diariamente. Fundé mi propia casa editorial y una revista. Finalmente, surgió Tampa Lector Consortium. Quería hacer algo grande, que pudiera dar un espacio a todos; tenía ganas de ver a esos escritores que conocía hace tiempo y podían regalarle a esta comunidad unos días trascendentales, unas obras notables.

DF: Desde ya, a ti y al lector, pido disculpas por lo extenso de la pregunta, trato de construir un breve resumen. La Feria de Tampa destapó una suerte de caja de Pandora al descubrirse que funcionarios al servicio de la dictadura castrista fueron invitados, y la gran mayoría de los escritores participantes, al menos el grueso de Miami, no sabían que esa “delegación” iba a intervenir en el evento. Ni siquiera aparecían en el programa de la Feria, programa que tuvo demoras para darse a conocer finalmente, y esto es algo que molestó a muchos, como era de esperarse. Otros, en cambio, aseguran que estaban al tanto y vieron con muy buenos ojos que viejos camaradas llegasen a Tampa, defendiendo la idea de una “sana pluralidad”, trayendo al perdón y el olvido como bandera (sí, estoy siendo un tanto cáustico, pero es real). Por consecuencia, hay dos bandos, y las tres preguntas que siguen como una batería, pienso que son las que deben responderse de inmediato: ¿De quién fue la idea de traer a los funcionarios de la Isla, supongo que, financiados por la Feria, algo que lo mismo ha generado quejas en otros escritores que tuvieron que sufragarse sus gastos? ¿Dime si tú estabas al tanto de la invitación? ¿Se manejó en algún momento “compartimentar” esa información, a tal punto que unos aseguran que lo sabían y otros se “desayunaron” con la noticia al publicarse una foto en Facebook con la “delegación” bajándose de un avión en Tampa?

AS: Responderte las primeras me sitúa como un tipo excepcional, un campeón de la promoción cultural y un héroe de la película en primera instancia. Lamento decepcionar tanta teoría de conspiración con mis respuestas. Soy tan imperfecto como los ofendidos y el coro de comentaristas desinformados. Estoy seguro de que se me fueron algunas cosas de las manos y cometí errores, sobre todo al no valorar que hay personas a las que el dolor puede exacerbar el odio. No pensé en los oportunistas, en los envidiosos, en los que tienen que justificar su dependencia y ganarse sus frijoles con el escándalo y la noticia, en los que solo ven manchas, en los que quieren un minuto de fama, en fin, en las miserias humanas de un pequeño pero influyente grupo de represores de nuevo tipo. Por otra parte, hay un escaso grupo de amigos que se hacen esas preguntas y a los que estoy dispuesto a dar algunas explicaciones.

Cuando la idea de la Feria comenzó a tomar cuerpo y ya se estaban planificando sus pormenores llegó a Tampa una delegación de representantes o funcionarios de la Cámara del Libro Cubana. Ellos venían de Washington y habían avisado con unos días de antelación que deseaban reunirse con el comité organizador de la Primera Feria Internacional del Libro de Tampa porque querían proponer una delegación de escritores residentes en la Isla. Los amigos que conformamos Tampa Lector Consortium nos reunimos para pensar ese encuentro. Desde el primer momento vi la posibilidad de traer a autores que no fueran favorecidos por las instituciones oficiales de la isla, algo que también fue mi costumbre en Cuba. Ayudar a los autores emergentes y a voces divergentes. Mencionamos, en nuestra reunión y antes del encuentro con los funcionarios, nombres como Ángel Santiesteban. No voy a mencionar a otros ahora. Sabíamos que eran nombres que cerraban la negociación y se perderían otras posibilidades. En nuestras propuestas finales pesaron muchos factores que honran la amistad, la familia y los valores literarios de la obra. Nuestra propuesta era Maylen Domínguez, Soleida Ríos y Alexander Besu, cada una con un objetivo y significado especial. Cuando tuvimos la reunión con los funcionarios cubanos, ellos propusieron tres nombres, Francisco López Sacha, Osmany Echevarría y Víctor Fowler. Quiero decirte que no soy hombre enterado de cartas de apoyo de gobiernos ni cartas de rechazo. Firmé junto a Sindo Pacheco una declaración que puede encontrarse en la página pública de Facebook: Cuba, yo también quiero elegir mi presidente. De ahí en fuera no conozco quién firma o deja de firmar. Creo que si alguien firma alguna cosa carga con esa responsabilidad y su conciencia; debe sostener un principio o echarse a llorar si se arrepiente. Cuando el 11J, estuve activo apoyando las protestas. En el blog de mi web Classicsubversive aún pueden leerse tres artículos que escribí en medio de las acciones. También guardo los intercambios puntuales con algunos amigos, donde me preocupo por la situación de Cuba y ofrezco mi apoyo. Hago estas aclaraciones porque me han irrespetado poniéndome del bando equivocado. Después de estas conversaciones, que se hicieron en términos muy oficiales, puntualizando que nuestras ideas eran diferentes y que nuestro objetivo era mantener el evento anual y traer invitados a nuestro criterio. Eso estuvo claro desde el principio. Tuve conversaciones con muchos amigos por teléfono. La mayoría escritores de Miami que tienen proyectos editoriales. No creí necesario, quizás fue un error, hacer una declaración pública en las redes o publicar un post donde explicara quién venía o no a la Feria. El evento no estaba concebido como una Feria para cubanos; es una Feria Internacional. Los miembros del comité organizador que son de otros países me reclamaron sobre la cantidad de cubanos invitados. No hubo compartimentación para ocultar nada al respecto. Es importante hablar de eso y de los otros invitados que se sumaron después. Algunos amigos, a los que le comentamos que estábamos en condiciones de traer invitados residentes en la Isla me pidieron ayuda. Mi respuesta para todos fue abierta. Estuve de acuerdo siempre que fueran autores publicados y ellos se encargaran de costear todos sus gastos. De igual manera enviamos cartas de invitación a autores cubanos que estaban varados en países de tránsito para ayudarlos a llegar a tierras de libertad. Nosotros no teníamos presupuesto suficiente; el dinero solo daba para cubrir la renta de espacio, garantizar algunos hospedajes a los responsables de algunos espacios, ofrecerle algún refrigerio a los invitados y tantas cosas que ahora no voy a mencionar. La Feria se hizo a pulmón, con dinero de amigos, con la idea de tener un evento inclusivo, diferente, para cubanos y no cubanos, sobre todo para unir voluntades y dar curso a las aspiraciones de los emigrantes de nuestros pueblos de América. Nunca perdí la brújula Martiana. Los pasajes y gastos de estancia de Francisco López Sacha y Osmany Hechevarría no estoy enterado de quién o quiénes lo cubrieron. No fue Tampa Lector Consortium ni nadie de mis amigos.

DF: La pregunta que sigue tienes el derecho a no responderla; es personal, y puede que algunos me acusen que no aporta, que es hasta mal intencionada; otros dirían que igual su respuesta no justifica la invitación, ¿quién sabe? Sin embargo, te la voy a hacer de todas formas, puedes estar seguro de que no soy el único que se la ha formulado. Existen rumores que al menos dos integrantes desertaron (si prefieres, digamos que se quedaron) ¿Fue acaso una estrategia de la Feria, o de alguien en específico, invitar a López Sacha, quien goza de toda la confianza del régimen, y al parecer del beneplácito de la embajada americana en Cuba, para así conseguir sacar al resto?

AS: Usar la palabra estrategia sería mentir y es algo que no hago. Puedo demorar un criterio para proteger a un amigo, pero me gusta hablar de frente y claro. Conozco a Sacha y sé cómo piensa. Pude hablar con él un par de veces y dejar claras mis ideas. En cuanto a los “invitados” siento satisfacción porque algunos se reunieron con sus seres queridos. Creo que son más de dos… Me gusta ver a las familias unidas. Si alguien regresa a la isla, -descontamos a los oficialistas- tuvieron la posibilidad de apreciar el discurso de la libertad, algo que aprovecharon y que a la larga fue de gran beneficio; autores como Luis de la Paz, Joaquín Gálvez, Patsy Sánchez, Roberto Pizano, y Ángel Santiesteban, desde la Isla. La Feria de Tampa les dio la posibilidad de decirlo en los mismos espacios donde había gente de Cuba.

DF: Amén de las innumerables razones que puedan asistirle a los que invitaron a los miembros de la UNEAC y otras instituciones oficiales cubanas (hablan de una tal Cámara del Libro Cubano), ¿no sientes que tal acercamiento con intelectuales comprometidos y firmantes de cartas a favor de la Cuba castrista representa una autentificación expedita para ese régimen y, además, significa por consecuencia irrespetar a muchos?

AS: No estoy de acuerdo con eso, pero respeto el criterio de quien se sienta así. Pido disculpas a los que se sintieron de esa forma y lo expresaron con honestidad, desde el dolor o la preocupación porque pensaron que el comunismo o el desgobierno cubano tomaría ventaja de la Feria del Libro de Tampa. Quizás las aspiraciones de traer voces disidentes de la isla se hayan visto comprometidas con estos sucesos, pero si se trata de cerrar filas contra el verdadero y único enemigo de la libertad, no me interesa. De ahora en adelante tendrán que jugar con nuestras cartas.

DF: ¿Habrá una segunda edición de la Feria de Tampa? ¿Cómo la imaginas esta vez?

AS: Habrá una segunda y espero muchas más; la Feria me trasciende en el tiempo. Estamos enviando encuestas a las casas editoriales, a los autores y colaboradores. Nos vamos a reunir con los amigos que dieron de sus ahorros. Ya nos sentamos a mirar las cosas malas y a proponernos mejorar. Queremos que las editoriales y los autores se encuentren con sus lectores, que los invitados no tengan gastos, que las ventas sean garantizadas por un mecanismo de distribución con la ayuda de las instituciones públicas, que la comunidad disfrute de la fiesta en familia, como sucedió en el pabellón infantil. Queremos que los cubanos dejen de pensar que son el centro del mundo y puedan al fin hallar la manera de terminar con sus miedos insuperables, el miedo a enfrentarse cara a cara con el pasado, con las culpas. Yo no tengo miedo.

DF: ¿Te visualizas regresando a una Cuba poscastrista? ¿Manejando otra vez un camión verde por Las Villas…?

AS: Tengo seis hijos y pronto el sexto nieto va a llegar. Todos, menos un hijo, viven aquí. Pero sueño todos los días con Cuba liberada. Me levanto muy temprano como lo hacía en Cuba e imagino que voy de pueblo en pueblo, leyendo poesía y sobre todo oyendo las historias de todos, encontrando voces como la tuya, que tengan mucho para decir.

 

Alberto Sicilia con un ejemplar de Coordenadas Ilícitas