sábado, 13 de agosto de 2016

Palabras de presentación para "Serio divertimento"

El caso de la ciudad de Miami contra Denis Fortun

Pon Francisco Alemán de las Casas

Cuesta mucho escribir la presentación del libro de un amigo. Se supone que, casi obligatoriamente, hablemos bien de la obra, que le perdonemos todos los desaciertos, incluso los más entraditos en carnes. Si el libro es de poesía, el conflicto se maximiza, ya que eso que llaman “objetividad” se malea, ablanda, estira y encoge igual que un chicle 20 minutos después de meterlo a la boca. Ello se debe a que la poesía suele ser bastante personal. Tanto o más que la ropa interior, los divertículos o el cepillo de dientes. O que el chicle que ya mencioné un par de líneas arriba. Es lo mismo.

¿Quién puede meterse en el territorio de un poeta sin devenir intruso, diletante, engreído, falso y sobre todo voyerista?
Nadie. No me excluyo. Heme aquí, pues, presentando el libro Serio divertimento de mi amigo Denis Fortún… intentando ser lo suficientemente honesto con ustedes, con él y conmigo, de modo que no pierda ni la atención del público ni la amistad de Denis, después que termine de hablar. Uno nunca sabe cómo reaccionará un poeta. Es hecho demostrado que ellos, los poetas, todo lo entienden a la inversa. Un poeta es siempre ensayo y error. O más bien error, error y error, que para ensayar tiempo les sobra.

Tranquilo, Denis, que voy a hablar bien de Serio divertimento (Neo Club Ediciones, 2016) y no será porque algo o alguien me obligue a aceptar el hecho de que en las presentaciones de libros se naturalice hasta el asco la mentira. Ese es un detalle ínfimo, porque en las presentaciones el público –que somos los mismos poetas, artistas y/o amigos de todos los eventos– suele perdonarnos las mentiras.

Las presentaciones, todas, se fundamentan en la base de democracia, que no es otra que el consenso social. Mírense ustedes mismos: republicanos y demócratas sentados unos al lado de los otros, sin mentarse las madres, como hacen en Facebook, o halarse el pelo, como hacen en las manifestaciones políticas de uno y otro bando.
Todos estamos aquí porque nos agrada el rancio tufillo de la democracia, ese que huele a mentira bien contada.

A los editores les encantan las mentiras y a los autores para qué decir: todos desean –o deseamos– que se digan por única vez las más floridas y mejores frases sobres nuestros libros. Es como ir a una fiesta de quince. La cumpleañera nunca es ni tan fea ni tan negra, ni está tan mal vestida.
Esta tarde yo les traigo a todos, al público, al editor y al autor, una mala noticia: no pienso mentir. Diré, del modo más directo, lo que creo del libro, gústele a quien le guste, pésele a quien le pese.
Tu libro Serio divertimento, Denis Fortún, es una buena pieza de la poesía contemporánea. Un volumen hecho desde la deconstrucción humana, casi desde la fractalidad, del límite entre el ahogo, la queja, la rebeldía y la bocanada de aire o el soplo de viento que llega, por fin, con un verso que amenaza con extinguirse y llevarse con él la vida del poeta.

Y es que los poetas son caricaturistas de la muerte: Mort Drucker, Al Hirschfeld, David Levine, Tom Richmond, Aristide Pumariega, más conocido por “Aristide”, no escribieron poesía del modo en que estamos acostumbrados a leerla, pero sus obras son eso: sus obras son poesía de lo perentorio. En el arte, muerte y resurrección resultan ser, contra todo pronóstico, el sentido de lo perdurable, jamás de lo efímero.

En ese jueguito, tú, Denis Fortún, consigues confundirnos a todos. Este libro es una trampa. Tal como hiciera un buen caricaturista, dejaste trazos, señales, esbozos abiertos, que invitan a leer un poema y otro, y otro, y otro, hasta que, sin darnos cuenta, llegamos al código de barra de la última página. Entonces pareciera que el libro terminó, pero es ahí donde llega lo bueno:
–¿Esto lo escribió Deni Fortún? –nos preguntamos.
–¿De verdad era buen poeta?
La respuesta a ambas preguntas es un “sí” rotundo.

Denis Fortún es un magnífico poeta. Serio divertimento, como el propio título indica, es una trampa del oficio, no de la semántica. Es menester leerlo con calma porque, a diferencia de otros libros, éste no resulta una compilación de poemas. Es un poemario en todas las de la ley. El lector en algún momento tropezará y caerá en la intriga del poeta.
Dicho sea de paso, Denis Fortún es un gran intrigante. Pero un intrigante bueno. A lo mejor su gran problema es que no le pusieron al nacer una llave de paso en la boca y no puede, el pobre, quedarse callado un minuto.

Eso último es también parte de la trampa del libro. Donde todos esperábamos una hemorragia de emocionalidad, casi verborréica, con la llave de paso abierta a full, nos sorprende una pluma contenida, fina, elegante, que dispara sin prisa sus versos sobre el papel.
Digo “dispara” y no utilizo otro calificativo para definir lo que leo, porque esa es también otra de las trampas de Serio divertimento. Su autor, como buen intrigante, dispara al centro de la frente del lector, en un poema y en el que sigue le brinda bálsamo, mercurocromo, sutura y consuelo, de ser necesario. El resultado es la confusión. Confusión que luego se agradece, ya que habiendo recibido dolor y sosiego de la misma mano, no queda otro remedio que admitir que hemos caído en la trampa. Ganó el poeta. El lector ha sido domesticado.

Serio divertimento es la declaración de guerra del poeta. Una declaración de guerra contra sí, contra el mundo. Es la llegada a la madurez de un hombre que se ha empeñado, tozudamente, en vivir esa adolescencia que, como se aprecia cuando lo observamos, ya no le pertenece hace medio siglo.
Serio divertimento es, sobre todo, un discurso con voz propia. Tal es, quizás, su mayor mérito. El libro transcurre desde el pulso del autor, sin contaminaciones ni ruidos que tienten a asociar estos versos con aquellos que escribió fulano o mengana. Escuchen, por favor:

Esperan que te alargues relente
como severo árbol
de cara al sur
sin privilegios de sombras
de frutos”

Payaso
Sea la mengua del ídolo que te has inventado
–el peor de los pánicos–
la mejor de tus burlas
pero sea de una vez tu ausencia
el efugio preciso
día para anclar la última tabla

Melena: crucifixión
Alopecia: manicomio
Sobre los nuevos hombros
asoma la tercera
cabeza

He elegido algunas estrofas para graficar mi pequeño discurso a favor de Serio divertimento. Se supone que ahora me desboque citando a celebridades de las letras, hallando referentes entre Denis Fortún y decenas de autores, comentando cuándo y en qué circunstancias nos conocimos él y yo, pero, como dije hace unos minutos, la presentación de un libro es una fiesta de quince: es el autor quien debe brillar. Sobre la cabeza del presentador debería pender una aplanadora, ajustada a un cronómetro. Si el presentador se excede demasiado, el cronómetro enviaría, entonces, un pequeño impulso eléctrico al dispositivo que sostiene la aplanadora, y ésta caería sobre el presentador y el autor.

Por favor, no matemos el hermoso amago de democracia que disfrutamos esta tarde. Tampoco el libro que nace legalmente hoy.
Que brille pues, como se merece, el quinceañero Denis Fortún.




Texto tomado de Neo Club Press