Luis de la Paz
Especial/El Nuevo Herald
Un empleado del aeropuerto internacional de Miami, encargado de
atender a los pasajeros que arriban a la terminal, es el protagonista
silencioso de Diles que no me devuelvan… crónicas del aeropuerto
(Alexandria Library, 2013) del escritor cubano Denis Fortún Bouzo (La
Habana, 1963). Con un lenguaje relajado, en ocasiones irreverente y
abundante humor, Fortún entrega 26 breves narraciones alrededor de las
necesidades, reclamos y observaciones de los viajeros.
Desde una perspectiva humana –trato cordial, aunque severo, en ocasiones ocurrente–, el funcionario enfrenta a los viajeros en tránsito. El primer relato del libro reencuentra al narrador con un amor del pasado; una mujer a la que hacía años no veía: “No hubo mujer en Cienfuegos que me gustase tanto no solo por su sensualidad afrancesada, rayando en lo adorable además, sino por su verbo, su cálida voz”; evocación que exalta un momento especial de la memoria, pero que conduce de inmediato a un comentario despiadado, que el lector atento puede anticipar: “Una mujer que arrastra como pesado fardo una prematura vejez; con miedo, repleta de lasitud”.
Como ya se apuntó, algunos de los elementos narrativos que mejor, y de manera más recurrente, maneja Fortún a lo largo del volumen de 84 páginas, son el humor y la aguda ironía. En Casi millonario, un maletero del aeropuerto, Daniel, se cree ganador del premio mayor de la lotería. Entusiasmado emprende una serie de acciones hasta que comprende que en realidad no es millonario…, sino casi millonario, pues confundió uno de los números del ticket, lo que lo fuerza a dar marcha atrás ante sus superiores en el trabajo. En otro de los cuentos, La señora de la valija, la pasajera que ha viajado en primera clase desde Caracas, afirma que una de sus maletas se ha perdido. El encargado de tránsito la ayuda, pero la señora insiste una y otra vez en recibir un trato especial por haber pagado un boleto más caro. Tras varios reclamos y proceder arrogante, el funcionario le pregunta si es casada. La respuesta es negativa y el hombre le responde: “Ya veo por qué”, dejando muda a la fastidiosa mujer.
Con esa tónica ligera se van desarrollando las distintas temáticas del libro. En su conjunto se impone la anécdota como eje conductor de la narración. El autor, como buen cronista, apenas eslabona los hechos que vivió, los cuenta con naturalidad y es el lector quien debe encontrar el trasfondo del conjunto de eventos que ocurren en el aeropuerto, entre un empleado (los empleados) y los cansados y atormentados pasajeros.
Un certero ejemplo de ese contar sugiriendo mucho es el relato Customs Be Advice, en el que un hombre está muy molesto por haber sido retenido varias horas, aparentemente por llamarse Abdul.
En su conjunto Diles que no me devuelvan propone con sutileza un acercamiento a la solidaridad humana, en medio de un caos desatado por tiempos difíciles, y eso lo consigue muy bien Fortún, sin decir demasiado. En After 9 / 11, una pasajera sueca es deportada, ante el estupor de su madre: “después del 9 / 11 los americanos perdieron su inocencia y están cobrando por ella”. En otro texto, René y la negación de un chiflido, el autor retoma el reencuentro con viajeros que fueron parte de su vida en Cuba, por lo que estos relatos adquieren un aire más personal y literario, algo que se aprecia mejor en el cuento que le da título al libro, que encierra una patética realidad.
Si bien este libro es un anecdotario bastante campechano en el lenguaje, es preciso señalar que Fortún maneja referencias literarias que hacen aún más agradable la lectura. En el relato La novia de David, la actriz protagónica de la película cubana de Orlando Rojas Una novia para David se queja del trato recibido en el aeropuerto, mientras que el cuento Diles que no me devuelvan hace alusión al célebre Diles que no me maten del mexicano Juan Rulfo, cuando un cubano pide no ser deportado tras llegar a Miami.
En el texto introductorio, la escritora María Cristina Fernández señala a manera de resumen, que el “narrador-personaje que es testigo obligado a actuar dentro de ciertos códigos, ante los cuales no reacciona siempre como se espera. Más de una vez el humor o la ironía son sus únicas garantías frente al absurdo o la exasperación. En ocasiones, no puede evitar verse envuelto en escenarios donde se pone a prueba la solidaridad humana, y hasta el afecto, frente al absoluto rigor de la ley”.
Denis Fortún Bouzo es uno de los escritores que se pueden señalar como parte de las generaciones del posfidelismo (ahora se vive el raulismo), en la que se resuelve con más soltura la literatura, es decir, no se pretende esconder lo que se ha de decir en metáforas o alusiones para lectores suspicaces. Eso es algo que favorece en su conjunto la más reciente literatura cubana. Entre los libros de este escritor se encuentran Zona desconocida (poesía, 2007) y el libro de cuentos El libro de los cocozapatos (2011). •
Desde una perspectiva humana –trato cordial, aunque severo, en ocasiones ocurrente–, el funcionario enfrenta a los viajeros en tránsito. El primer relato del libro reencuentra al narrador con un amor del pasado; una mujer a la que hacía años no veía: “No hubo mujer en Cienfuegos que me gustase tanto no solo por su sensualidad afrancesada, rayando en lo adorable además, sino por su verbo, su cálida voz”; evocación que exalta un momento especial de la memoria, pero que conduce de inmediato a un comentario despiadado, que el lector atento puede anticipar: “Una mujer que arrastra como pesado fardo una prematura vejez; con miedo, repleta de lasitud”.
Como ya se apuntó, algunos de los elementos narrativos que mejor, y de manera más recurrente, maneja Fortún a lo largo del volumen de 84 páginas, son el humor y la aguda ironía. En Casi millonario, un maletero del aeropuerto, Daniel, se cree ganador del premio mayor de la lotería. Entusiasmado emprende una serie de acciones hasta que comprende que en realidad no es millonario…, sino casi millonario, pues confundió uno de los números del ticket, lo que lo fuerza a dar marcha atrás ante sus superiores en el trabajo. En otro de los cuentos, La señora de la valija, la pasajera que ha viajado en primera clase desde Caracas, afirma que una de sus maletas se ha perdido. El encargado de tránsito la ayuda, pero la señora insiste una y otra vez en recibir un trato especial por haber pagado un boleto más caro. Tras varios reclamos y proceder arrogante, el funcionario le pregunta si es casada. La respuesta es negativa y el hombre le responde: “Ya veo por qué”, dejando muda a la fastidiosa mujer.
Con esa tónica ligera se van desarrollando las distintas temáticas del libro. En su conjunto se impone la anécdota como eje conductor de la narración. El autor, como buen cronista, apenas eslabona los hechos que vivió, los cuenta con naturalidad y es el lector quien debe encontrar el trasfondo del conjunto de eventos que ocurren en el aeropuerto, entre un empleado (los empleados) y los cansados y atormentados pasajeros.
Un certero ejemplo de ese contar sugiriendo mucho es el relato Customs Be Advice, en el que un hombre está muy molesto por haber sido retenido varias horas, aparentemente por llamarse Abdul.
En su conjunto Diles que no me devuelvan propone con sutileza un acercamiento a la solidaridad humana, en medio de un caos desatado por tiempos difíciles, y eso lo consigue muy bien Fortún, sin decir demasiado. En After 9 / 11, una pasajera sueca es deportada, ante el estupor de su madre: “después del 9 / 11 los americanos perdieron su inocencia y están cobrando por ella”. En otro texto, René y la negación de un chiflido, el autor retoma el reencuentro con viajeros que fueron parte de su vida en Cuba, por lo que estos relatos adquieren un aire más personal y literario, algo que se aprecia mejor en el cuento que le da título al libro, que encierra una patética realidad.
Si bien este libro es un anecdotario bastante campechano en el lenguaje, es preciso señalar que Fortún maneja referencias literarias que hacen aún más agradable la lectura. En el relato La novia de David, la actriz protagónica de la película cubana de Orlando Rojas Una novia para David se queja del trato recibido en el aeropuerto, mientras que el cuento Diles que no me devuelvan hace alusión al célebre Diles que no me maten del mexicano Juan Rulfo, cuando un cubano pide no ser deportado tras llegar a Miami.
En el texto introductorio, la escritora María Cristina Fernández señala a manera de resumen, que el “narrador-personaje que es testigo obligado a actuar dentro de ciertos códigos, ante los cuales no reacciona siempre como se espera. Más de una vez el humor o la ironía son sus únicas garantías frente al absurdo o la exasperación. En ocasiones, no puede evitar verse envuelto en escenarios donde se pone a prueba la solidaridad humana, y hasta el afecto, frente al absoluto rigor de la ley”.
Denis Fortún Bouzo es uno de los escritores que se pueden señalar como parte de las generaciones del posfidelismo (ahora se vive el raulismo), en la que se resuelve con más soltura la literatura, es decir, no se pretende esconder lo que se ha de decir en metáforas o alusiones para lectores suspicaces. Eso es algo que favorece en su conjunto la más reciente literatura cubana. Entre los libros de este escritor se encuentran Zona desconocida (poesía, 2007) y el libro de cuentos El libro de los cocozapatos (2011). •
Publicado originalmente en el Nuevo Herald
sábado 01/04/14