miércoles, 21 de octubre de 2009

¿La ciudad imposible de antologar?


Tal vez, porque formo parte de los que, unos acusan de escaso talento y otros de lame culos –categorías en las que no me veo representado-, pido prestada esta pregunta, con sus dudas legítimas, que le hiciese alguien que no habita en esta ciudad de la unidad imposible a mi ecobio Heriberto. Un lugar muy diferente, al parecer, de ese espacio en que vivió hace tanto Juan Ramón Jiménez. Quizás, mi respuesta , al mismo tiempo que resulte metatrancosa, puede que irrite a varios. Sin embargo, los días de auto censura han quedado atrás desde hace mucho, y le contesto al amigo de mi amigo el de La Primera Palabra, lo que pienso.

“¿Hay tantos poetas y son los antologados de una brillantez tal, que puedan disputarle el sitio a tantos otros, ausentes, que conozco y respeto por su obra?" (….)“¿Puede alguien pensar seriamente en una antología de poesía en Miami y dejar fuera, no incluir a…?"

Una vez escuché decir, entre vinos y refrigerios, que lo que más asustaba de este exilio nuestro, era la cantidad de “escritores y poetas” que lo habitan. Desde luego, una afirmación repleta de ironía, que reafirma de alguna manera que no es así. Por lo que, a la primera parte de la interrogante del amigo, le aseguro que no. En la séptima provincia, esa masividad no corresponde con calidad, y son pocos los que de verdad pueden reconocerse como poetas -¿Yo, entre ellos? No, demasiado oficio me falta aún para merecer el título. En Miami, los hay quienes escriben por esa necesidad de que tenemos algunos por expresarnos, y vemos a la literatura como eso, una necesidad necesaria. Una catarsis terapéutica que nos evita volvernos locos, y más bien, volver locos a los pocos que se atreven a leernos, pero casi todos, haciéndolo con la intención de que sea auténtico nuestro intento. De que usemos las herramientas necesarias y seamos lo suficiente capaces de dominar una técnica, coherente al menos, es harina de otro costal y pretexto servido en bandeja de plata para el que quiera ripostarme. Sé de mis limitaciones literarias, lo que no me impide hacer lo que me de la gana-. Igual, los hay que la asumen de manera diferente, son una impostación en el gremio –del cual no pertenezco- y también son los que –al decir de Daniel Fernández en su Sakuntala la Mala..., libro que voy leyendo y ya me atrevo a recomendar-, “vienen a desfigurar y torcer el pensamiento ajeno”.

Primero, quiero señalar que las dudas del amigo lejano, como lo que escribe Heriberto en su blog, me parece genuinas. Además, añado que han sido unos cuantos los poetas que me han comentado su desacuerdo sobre cómo fue convocada la antología que nos ocupa. Sin embargo, la invitación, que unos consideran enrevesada o documento para hacerse ciudadano, hasta donde tengo entendido, fue dirigida personalmente a aquellos poetas que los antologadores estaban interesados en que participaran, incluyendo a autores importantes, que si no están, es porque, o no les importó participar, o sencillamente por considerar menor el empeño.

Si algún nobel se coló en el ruedo, o hay alguien que no debe estar porque su calidad lírica no es lo suficiente buena, creo que es responsabilidad de ese grupo que se dedico a seleccionar los textos; lo que por otro lado, no considero sea “tan así”, a laligera, pues se comenta –no lo sé a ciencia cierta, únicamente me hago eco del rumor- que una voz de esta "intelectualidad nuestra” fue rechazada casi en su totalidad debido a la pobre calidad de sus trabajos. En fin, que aquellos, los que nos hubiese gustado leer, porque son poetas de pies a cabeza, sudan y comen poesía, los elegidos que no abundan y vienen a compensar la mediocridad -y lo digo sin sarcasmo-, si no están es porque así lo prefirieron, y sus razones toca a ellos exponerlas si lo consideran pertinente. Lo que no quiere decir que no hayan nombres de reputación en este proyecto, aunque para el juicio de los "entendidos" -que sin dudas lo mismo sobran en Miami-, sean pocos.

Por otra parte, no creo que muchos, hasta la fecha, se hayan leído la antología de marras y los que apuestan porque estamos frente a un bodrio, pienso que se predisponen por determinados nombres –entre ellos, a lo mejor el mío-, porque no cuentan con una obra reconocida o porque ya han demostrado en público, lamentablemente, que mas que poetas, son versificadores de medio vuelo.

El abuso del ejercicio de antologar prueba que en su mayoría, las antologías siempre tienen un desbalance. Unos brillan más que otros. Y los que menos resplandecen en ese momento, o luego lo hacen por si solos debido a una obra reconocible que se desarrolla o simplemente por el acto de haber sido colocados bajo el amparo de nombres examinados y aprobados literariamente, lo que no es ningún merito, sino designios de la providencia, ¿quién sabe?, en mi caso me favorece.

Yo, por mi parte, estoy ahí, y agradezco a Ediciones Ultramar. Si a un potencial lector no le gusta lo que está expuesto bajo mi nombre, con arrancar la hoja donde estén publicados mis poemas, basta. Va y le sirve para algún otro uso. Nada como una hoja de papel, sin importar si está impresa o no, para venir a resolver imponderables que a veces nos sorprende sin recursos a manos.