miércoles, 2 de diciembre de 2009

Lugares para leer

Por lo que he podido establecer mediante conversaciones con amigos íntimos, la mayoría de las lecturas que se hacen en el retrete es lectura inútil.
Elizabet Martínez


Descubro en el blog de Elizabet un interesante artículo titulado “Los libros de mi vida”, y el comienzo -que cito arriba- me hace recordar un día en que, estando en casa de un amigo escritor, se apareció inesperadamente otro amigo, escritor también y, luego de las salutaciones de rigor, los estrechones de mano y la invitación cortés a una copa, el recién llegado preguntó si este se estaba leyendo su último libro publicado.

-¡Por supuesto que si!- fue la respuesta de mi amigo.

-¿Por qué parte vas? -insistió el orgulloso autor.

Mi amigo sonrió y le dijo que iba a buscarlo al cuarto para mostrarle la página marcada. Sin embargo, cuando fue a abrir una de las tantas puertas que desembocan discretamente a la sala de la casa, se escuchó la voz de la madre de mi amigo que gritaba casi…

-¡Está ocupado!

Me acuerdo la cara de mi amigo al mostrar, entre apenado y burlón, una vaga vergüenza al ver que su sorpresivo visitante le reclamó.

-¡Coño! Lo tienes en el baño.

Yo no pude menos que reírme y comentar..

-No te preocupes, que si coge parásitos o le cae mal alguna comida, en dos días lo termina.


Nota: quiero agregar, aunque mi afirmación toque los bordes de lo escatológico, que lo mismo hay gentes que van a cagar por el placer de leer y, además, porque es cuando únicamente tienen tiempo. Desde luego, sólo literatura ligerita o que provoque la fácil evacuación; no conozco a nadie que en un baño se haya ledio La Montaña Mágica o Juegos de Abalorios.