jueves, 8 de abril de 2010

En el Prado...


Es cierto, estaba yo sentado en el Prado, cuando aquella muchacha me dijo. “La patria se reduce a la familia y los amigos. Lo demás es abstracto, puro paisaje y metatranca que puede sustituirse por otro, y una buena cantidad de veces, muchos más hermosos que los que dejaste atrás. Y la nostalgia: se trata de un padecimiento que afecta a los melancólicos delirantes, y del que jamás te curas”.

Tal vez su razonamiento, hecho en un contexto al que irremediablemente terminas odiando cuando no tienes opciones, y además, donde la definición de patria se reduce a la figura de un hombre, bien que podía ser incuestionable. Pero esta afirmación no es del todo auténtica, si antes no te asiste el libre derecho de tú elegir si quieres regresar o no al sitio en que naciste; y menos, que haya un gobierno que te lo prohíba, únicamente porque tus formas para escapar no fueron “legales”, o porque sólo piensas de manera distinta.