Manolo, como se llama el “mataor”, está muy enamorado de la criollita, la que posee unas curvas digna de un lienzo para el Museo del Prado hecho por la mano y pincel de un grande. Sin embargo, Manolete, siendo un ibérico conservador, acepta matrimoniarse con la doncella caribeña únicamente si ésta es virgen. Ella, muy amorosamente le asegura que lo es, lo que decepciona profundamente al torero pues en la noche de boda el viejo descubre que ha sido engañado. Manolo, con un encajonamiento tal, le reclama a la que consideraba su bella diosa inmaculada de ébano, y le pregunta
-¿Por qué no me confesaste, mala pécora, que otro ya había bebido de la fuente? ¿Por qué, linda cubana, no me dijiste que ya no eras una señorita?
A lo que la muchacha sonriendo le contestó
-Por lo mismo que tú no me hablaste de que te falta un huevo…
Manolete, indignado le grita…
-¡Mujer, que lo mío fue una cogida!
A lo que ella le respondió muy dulcemente
-¿Y qué crees que fue lo mío? ¡¿Una pedrada?!
versión de un correo eletrónico que recibiese de una amiga