Digo Alejandro y Maikel y quizás nadie sabrá de quien se trata. En cambio, si menciono el nombre de Pichy Films ya la cosa “cambea”, como dice el guajiro. Luego de ver la última realización de estos muchachos en Babalú Blog, y lo mismo en el Blog de Zoé Valdés, recuerdo cuando trabajaba como editor de Radiografía Mundial y el día en que Ibrahim Bosch, presidente del grupo y dueño del diario, me pidió que me pusiese en contacto con unos “chamacos” que tenían revuelta la red con una parodia de 300. Ya había oído hablar de ellos por mi buen amigo Pacheco y no dude por un segundo en "hacer tierra" con este par de cubanitos que en apenas una semana, tal vez menos, ya sobrepasaban los 50 000 clicks en su serie criolla-espartana. Bastó un email con la amable solicitud de que llamasen a la redacción de Radiografía…, y a escasas 72 horas ya Ibrahim los tenia como colaboradores, repletos de ideas y con unas ganas enormes de trabajar, sobre todo, con mucha seriedad.
Quizás para algunos mojigatos, Pichy Films representan lo chabacano nuestro, lo ligero, y sus parodias o “cuero” son consideradas de un irrespeto mayúsculo por lo que no le dan reconocimiento, y piensan además, que se trata de un acto menor. Sin embargo, yo los vi trabajar en varias ocasiones y puedo asegurar que su proyecto, a pesar de que es bien divertido, se lo toman muy en serio y le ponen alma, corazón y vida.
Es cierto que habido casos en que se exceden con figuras locales. Pero en la sátira no hay medias tintas y de contar con prejuicios o escrúpulos, no se trasciende entonces en el ejercicio de la burla al prójimo, tan gustada por los “prójimos restantes”; el precio de la popularidad también carga el hecho de que los haya quienes se mofen de ti; por supuesto, si te haces merecedor de la atención de unos jodedores con talento como Alejandro y Maikel debido a tus comportamientos “erráticos”. Nadie escapa al dueto. Si resbalas, caes…
Quizás para algunos mojigatos, Pichy Films representan lo chabacano nuestro, lo ligero, y sus parodias o “cuero” son consideradas de un irrespeto mayúsculo por lo que no le dan reconocimiento, y piensan además, que se trata de un acto menor. Sin embargo, yo los vi trabajar en varias ocasiones y puedo asegurar que su proyecto, a pesar de que es bien divertido, se lo toman muy en serio y le ponen alma, corazón y vida.
Es cierto que habido casos en que se exceden con figuras locales. Pero en la sátira no hay medias tintas y de contar con prejuicios o escrúpulos, no se trasciende entonces en el ejercicio de la burla al prójimo, tan gustada por los “prójimos restantes”; el precio de la popularidad también carga el hecho de que los haya quienes se mofen de ti; por supuesto, si te haces merecedor de la atención de unos jodedores con talento como Alejandro y Maikel debido a tus comportamientos “erráticos”. Nadie escapa al dueto. Si resbalas, caes…