lunes, 23 de agosto de 2010

El hombre del vitral y Sonia


La primera vez que escuché sobre Sonia Díaz Corrales estaba yo en la librería Dionisio San Román, ubicada en la esquina más céntrica de mi Fernandina -Prado y San Fernando- inmerso en el disfrute de un recital de poemas que diera el bardo camionero -propietario además de un “camión verde, de papel y hierros”-, conocedor de todos los baches, de las todas carreteras, de todos los versos de la región central de la Isla: mi buen ecobio Alberto Sicilia; evento novedoso para mi si se tiene en cuenta que por ese entonces el ejercicio de la literatura, en especial el de la poesía -que después he practicado con apasionamiento; y de que sea bueno o malo lo dejo al acertado juicio de los críticos- era algo primario.

Recuerdo que al terminarse la lectura, le mostré varios de mis primigenios intentos en “el ocho por diez” al guajiro poeta, y éste, después de comentarme sin pudor alguno que aquello se resumía en puro repentismo de cuarta, digno de uno de los tantos programas de televisión de aquellos años, de temática campesina y logros de la revolución, me mostró un cuaderno donde habían unas décimas de Sonia, la que una en particular se me prendió en el alma y me llevó semanas más tarde a escribir algo diferente hasta la fecha: Glosa para un Navegante .

Por esa facilidad para relacionarse que brinda una página como Facebook, estando Miami un día descubro a Sonia en Islas Canarias y le pido que sea mi amiga y, por supuesto, le comento la anécdota. Ella, tan amable, aceptó mi convite y yo desde la fecha en que gozo el privilegio de su amistad, cada vez que Sonia publica un poema “se lo robo” con su consentimiento, claro está, y luego lo subo aquí.

Sin embargo, no conocía su faceta de narradora hasta hoy, en que veo la noticia de que próximamente la poeta se desdobla y hace uso de la prosa para presentar El Hombre del Vitral: historias de una joven arquitecta que asume un proyecto, el que finalmente le hará reafirmar sus valores sobre la amistad, la ética y el verdadero valor de lo que nos rodea a diario; cosas simples que adquieren su real dimensión a partir de la defensa de su protagonista cuando se enfrenta al conformismo.

Pero no digo más. Para mayor información dejo un enlace de lo que publicara mi buen ecobio Juan Carlos Recio en su Silla al Viento… Haga clic en el enlace, por favor… ENLACE A SENTADO EN EL AIRE