Las dobleces con las que aprendimos a vivir -para vivir-, si del tema criollo se trata, en otras latitudes no preocupan a ciertos “bocudos con patente”, que ahora mismo es lo que se me antoja Pablo. Ha de ser por eso que en tierra antigua aparentan dibujarse más comprometidos, creíbles, y surgen entonces los esperanzados que jamás serán inmunes a este tipo de estafa. Demasiada la ilusión que se agolpa en sus pechos, que no saben distinguir quien sí, quien no. Lo que me recuerda aquella vieja expresión que dice, una cosa es con guitarra y otra es con violín…
Que en Europa, o incluso Suramérica, se atreva a asegurar que los cubanos precisan de un relevo; de que la gerontocracia criolla tiene una deuda moral y económica que han de saldar antes de irse definitivamente, para bien de todos; y en Miami, al son de un pregunta que únicamente merita una respuesta honesta, asegure que el tema es muy elevado para su más elemental raciocinio de hombre común, ¡ay Pablito, no me jodas…¡
Porque, al menos entre sus mortales criollos, Pablo Milanés de común no tiene nada. Como reconoce el entrevistador en el encabezamiento del cuestionario (un tanto “dulzón” para mi gusto), estamos (y sin duda alguna) delante de un hombre con sobrado talento musical, una voz envidiable, unos textos en ocasiones exquisitos, antológicos (unos pocos patéticamente apologéticos), y además, se trata de un tío que goza de un espacio, un estatus, ya sea en España o en Cuba, que a millones de cubanos, e incluso a varios centenares de españoles, a lo mejor miles, les está vedado.
Pablo, me dice esto que, si bien una vez comenté que no creía en tu “repentina rebelión”, después me apresuré al considerarte un tantito diferente. Que dista mucho el día de tu honestidad...
Para la entrevista, clic aquí