No dejo de ver en la arbitraria decisión de la Feria Internacional del Libro de Miami (2011) de excluir libros autopublicados, una política de monopolización. No tiene otro nombre. ¿En qué argumentos se pudo basar la comisión organizadora del evento para excluir los libros autopublicados, tal y como ha sucedido en esta edición?
Se podrán enumerar cientos de razones, pero la calidad de un libro no se mide por el nombre de la casa editora y ni siquiera por el nombre de su autor. Un libro contiene en sí mismo su propia calidad, sea autofinanciado, autopublicado o editado por prestigiosas casas editoriales. Lo único que puede explicar la exclusión de determinados libros en la Feria internacional de Miami es una rancia política de monopolización, relacionada con ciertos intereses establecidos para preservar el poder.
Perry Anderson cuenta en “Los orígenes de la posmodernidad” que una de las creaciones más conspicuas que produjo la ruptura con la modernidad respondía al incipiente desarrollo de la democratización publicitaria del libro, tanto en el orden cualitativo como cuantitativo; y hacía énfasis en este sentido, con exhaustiva peculiaridad; en la eugenesia del arte el individuo se inclinaba más por la autopublicidad de sus obras que por acudir a grandes casas editoriales para publicitarlas. Pero tal vez los organizadores de la Feria estén de acuerdo en que este espíritu renovador no está arraigado y/o generalizado lo suficiente como para ceder a una tendencia que ya es irreversible.
Parece mentira a estas alturas que en el corazón de una ciudad postmoderna como Miami, se devalúe por ciertos caprichos lo que es ya historia contundente. Tengo entendido que más del 60 % de los autores residentes en esta ciudad escoge el camino de la autopublicación antes que esperar a que una editora clasifique sus libros. Desde luego, esto puede estar incidiendo negativamente en los progresos editoriales de las compañías tradicionales, pero no constituye argumento para enfatizar coartadas contra un programa individual que por su propio peso y espontaneidad se está imponiendo.
Gran parte de los libros más leídos y vendidos históricamente han sido obras autopublicadas. Por ejemplo, la gran obra de Friedrich Nietzsche, “Así habló Zarathustra”, contó con el financiamiento y la edición del propio autor. Se cuenta que Nietzsche editó por su cuenta catorce ejemplares de cada capítulo de la obra y los regaló a sus amigos más allegados. Hoy se ha perdido la cuenta de cuántas casas editoras han reeditado la obra del pensador alemán. Se encuentra entre los primeros cien libros más leídos del mundo.
Quién sabe si los libros autopublicados se conviertan en el futuro en una fuente estimable para desenrollar la evidente crisis que atraviesa el negocio de las grandes editoras. Para mí es obvio que la política de excluir de la Feria Internacional del Libro de Miami libros autopublicados no constituye más que una excusa para detener un derrotero legítimo dentro del proyecto democrático de las sociedades libres.
Artículo que tomo de Neo Club Press