sábado, 24 de diciembre de 2011

Si lo encuentras, sigue sus huellas...

 “El afiche”, así llamábamos a la serigrafía que guardaba en su cuarto un buen amigo del barrio, con mucho misterio además, que otro amigo con sobrada suerte le había traído de España. Se suponía que un “hombre nuevo” no podía profesar este tipo de creencias. La imagen, muy novedosa si se compara con otros “Sagrado Corazón de Jesús”, que cuelgan en las paredes de algunas casas en Cuba, mostraba el rostro de un Cristo dibujado con una renovación poco usual. Hasta se nos parecía a cualquiera de nosotros; era el retrato de un semejante que, como nosotros también, adoraba a Led Zeppelin.

Y aunque se observaba la ternura habitual de su marida, tranquila y dulce si se quiere, repleta de un amor para mi incompresible a veces, muy común en otros tantos Cristos, este póster lo mismo mostraba a un Jesús un tanto irreverente, más asequible, dispuesto incluso a la confrontación. Claro, un enfrentamiento que, de practicarse, lo haría únicamente para proteger a aquellos por los que fue a la Cruz: nosotros.

Sin embargo, lo que me llamaba la atención del cartel, era el texto, que para la época en que colgaba "el afiche" en casa de mi amigo, se me antojaba un enorme pasquín de corte cedioso, contrarrevolucionario inlcuso, lo que me provocaba amarlo, y donde debajo de Nuestro Señor se leía lo siguiente:

SE BUSCA

Jesús de Nazareno, Galileo. 33 años. Tez morena, barbas y cabellos al estilo hippie. Lleva cicatrices en las manos y los pies, y corona de espino en su cabeza. Se hace acompañar de doce incondicionales, a los que se le suman leprosos, mendigos, y toda clase de inconformes. Alborota a los pueblos vecinos con frases tan revolucionarais como “amaos los unos a los otros” y “perdonad a tus enemigos”.


Si lo encuentras, sigue sus huellas…

RECOMPENSA: LA ETERNIDAD