Y aunque se observaba la ternura habitual de su marida, tranquila y dulce si se quiere, repleta de un amor para mi incompresible a veces, muy común en otros tantos Cristos, este póster lo mismo mostraba a un Jesús un tanto irreverente, más asequible, dispuesto incluso a la confrontación. Claro, un enfrentamiento que, de practicarse, lo haría únicamente para proteger a aquellos por los que fue a la Cruz: nosotros.
Sin embargo, lo que me llamaba la atención del cartel, era el texto, que para la época en que colgaba "el afiche" en casa de mi amigo, se me antojaba un enorme pasquín de corte cedioso, contrarrevolucionario inlcuso, lo que me provocaba amarlo, y donde debajo de Nuestro Señor se leía lo siguiente:
Jesús de Nazareno, Galileo. 33 años. Tez morena, barbas y cabellos al estilo hippie. Lleva cicatrices en las manos y los pies, y corona de espino en su cabeza. Se hace acompañar de doce incondicionales, a los que se le suman leprosos, mendigos, y toda clase de inconformes. Alborota a los pueblos vecinos con frases tan revolucionarais como “amaos los unos a los otros” y “perdonad a tus enemigos”.
Si lo encuentras, sigue sus huellas…
RECOMPENSA: LA ETERNIDAD