Los
que se alejan siempre son los niños
sus
dedos aferrados a las grandes maletas
donde
las madres guardan los sueños y el horror
Heberto
Padilla/Fuera del Juego
hubo una vez un viejo
apartamento que arrebataron a dos mujeres una tarde de pleonasmos y lo
cubrieron de inventarios y sellos
amarillos
para luego dispensar sus
paredes a un soldado
hubo una mujer atestada de
manías y remordimientos
de sombra disuelta
que no tuvo otro remedio que declararse
en banca rota
la inversión para escapar de
un tiempo repleto de reformas
pasó de largo
y no consiguieron sus dedos
sembrar la semilla de un árbol de
Carolina
inventar plumeros con sus
flores
para sacudir el recelo que se amontonaba al frente de su puerta
y la vida después de ochenta equipajes
se le antoja un bolero de
Aldemaro Romero
una joven de perfil reciente
y flamantes tacones
carga en su cartera badana una foto de la que fue su madre
cuando
no padecía dudas y desasosiegos
y no cesa de mostrar
apartamentos
prefiero abra su blusa
y trascienda como la
presentación de un libro de versos inmaturos
la belleza de sus senos
pequeños