La rapsodia de El Sordo
El sujeto camina con
un puñal en su espalda —Is this the real life? Is this just fantasy?— Si lo
ves de frente, va y se te ocurre pensar que tiene un dolorcito en la columna
por alguna fuerza que hizo; quién sabe, la gente está muy jodida últimamente. Sin embargo, te digo, es sólo
apariencia, este sujeto va muerto y quien lo observe como debe hacerse a un sujeto
que va con un cuchillo en la espalda, sabrá que no es un simple malestar en sus
huesos. Por supuesto, quizás a algún despistado, como Aliusha, se le ocurra pensar
que el tipo no sabe que trae un
cuchillo clavado, excepto ella y yo: ella porque lo espera con
sus brazos abiertos, yo por la “invitación” para que se vaya con ella, caminando
ella y yo muy cerca de la precaria existencia de este cabrón, que al
parecer no se irá tan rápido como
suponía ¿Por eso el sujeto se mueve así, porque entre sus pulmones un cuchillo
enorme le reduce el tiempo y sus pretensiones de avanzar? ¿A caso cree
que soporta un dolorcito de espalda, del que va a curarse con pomadita china? No,
sobre este sujeto pesan demasiadas cosas feas, y un cuchillo, por muy grande
que lo haya escogido el tipo que lo pinchó, que soy yo—I’m just a por boy. I need no sympathy—, no basta.
Y el sujeto por fin rebaza el Malecón, atrás queda la brisa fuerte que trae la madrugada, como un regalo en esta maldita isla caliente—Any way the wind blow, dosen’t really matter to me—.Y el sujeto llega justo a la esquina de Prado y Campomanes, cae de rodillas, se sostiene de una las tablas de un banco que le queda cerca, se incorpora, y continúa su viaje con dificultad; claro, me pregunto, ¿decido a seguir a dónde? ¿Oye tú, cómo puedes soportar un puñal enorme, clavado hasta el cabo en tu espalda, hijo de puta? ¡Una cosa así es humanamente imposible, hijo de puta! ¡Muérete de una vez, otra, y otra más, hijo de puta! —Mama, just killed the man, put a knife again his back; I don’t have a gun, mama—. Y la parejita, que se besan empalagosamente en medio de un paseo desierto, no se percatan de él, y del tipo, que soy yo, reitero, en proscenio para recrearme con el final de este maricón. Sí, lo hago con un morboso goce, midiéndole la distancia de su resistencia, que para mi sorpresa este maricón es más resistente de lo imaginado por mí cada vez que me visualizaba clavándole el cuchillo en su espalda, insistiendo saber hasta dónde llegará, para por fin entregarse a ella, suponiendo que en cada cuadra que pase —sí, lo sé, cuadra y comité—, aun cuando son casi las cuatro de la mañana y no se ve un alma en El Prado, excepto esa parejita calenturienta, alguien podrá leer la sentencia que no sólo le advertí, sino que además lleva escrita: una hoja atravesada por la hoja del cuchillo lo explica, cuchillo que increíblemente este sujeto aún guarda entre los ápices de sus pulmones sin emitir sonido alguno, sin chorrear a penas un hilito de sangre, una mancha roja. No sé, maricón, ofrece una señal, di algo que me acuse fui yo quien te clavó el pérfido cortante, y cúlpame gritando:
— Ese hijoeputa me mata por ser
yo un hijoeputa también— y apúntame con el dedo índice, mientras me
culpas, el dedo favorito de tantos pendejos, como tú—. Ese tipo, ese pobre infeliz,
que es él—He’s just a por boy, from a por family— me ha clavado un cuchillo en la espalda
porque yo quise trampearle su esperanza a un precio impagable, y también porque
una tarde en carnavales maté a una puta hermosa, salación de todos los hombres
y mujeres que se involucraron con ella.
Pero él no dirá
eso, no se va a atrever a articular una palabra siquiera sobre mi linda prima, y
menos de mí, que lo persigo con odio, y a la vez impresionado, viendo su
obstinación por la vida, sin que masculle una palabra, acaso un gemido, un
respiro recóndito, penetrante, porque se muere.
Es increíble, el
silencio y la ausencia se han adueñado del Prado, algo inusual, además. Que no
haya nadie que se tropiece con el sujeto y pregunte por qué transborda un
cuchillo en la espalda por manos de otro tipo —que soy yo—, y que lo
sigue a escasos metros, junto con la otra,
ella, que va en asiento de palco, mira mi socio, eso no es normal en
Cienfuegos a pesar que es madrugada y la brisa corre fuerte y fría, brisa que
no es común, créeme. ¿Ves? Esos que matan a hijos de putas, a veces traen
consigo su suerte. Life had just begun, for me.
Nothing really matters, anyone can’t see.