El tiempo presente y el tiempo pasado
tal vez estén presente en el tiempo futuro
y el tiempo futuro se encuentra en el tiempo pasado (…).
Sólo a través del tiempo el tiempo se conquista.
T.S.Eliot.
Segundo, estado pequeño.
Segundos, debo al nacer.
Segundos para crecer.
Segundos porque mi empeño
es ser del segundo el dueño.
La semilla del segundo
la reparten por el mundo,
trazos de segundos vuelven
a mi espacio y te devuelven
el verso de un trotamundo.
Minutos, regreso de ida
minutos largos; doy grandes
minutos porque tu andes
los minutos de mi vida.
Minutos por la partida.
Minutos elevadores.
Minutos por los temores
de minutos que no entiendo.
Minutos…, me voy debiendo
minutos, puros censores.
Horas que dividen días.
Horas por dilapidarse.
Horas que van a contarse.
Horas que esconden orgías.
Horas son las cofradías
repletas de inmovilismo;
horas que por pesimismo
son horas que arrastra el viento;
horas del suave tormento.
¿Horas por horas? ¡Lo mismo!
Días que marcan la pauta.
Días que se hacen esporas.
Días lentos por demoras
de viajes y de astronautas.
Balsas y Dios: argonautas
por desfenestrar lo oscuro.
Día del trópico apuro
del día que en mi está preso,
día falto de progreso;
siete días, sólo un muro.
Semana, cruel instrumento.
Semana que no transcurre.
Semana que a mi me aburre.
Semana del miramiento.
El seudo entrenimiento
dura semanas enteras;
del llano a las cordilleras
son semanas de tribunas:
desiertos, oasis, dunas,
cervezas sin cerveceras.
Meses de marchemos puros
Meses que sobre la marcha
hieren a mi bota; escarcha
de plátanos verde duros.
Mis meses irán seguros
a ser el tiempo que habite
dentro del hombre y lo invite
a escaparse ¡¿De rodillas?!
¡Meses de imberbes barbillas
no caigan porque graviten!
Años de niños renuentes.
Años plenos de consignas
enfermedades malignas
y viejos irreverentes.
Años para que sustentes
tu ausencia con teorías
de años por idolatrías
a un dictador que ha trampeado
años, que te ha congelado
y desperdicia tus días.
Lustros por la quintaesencia
que han de vivir las centurias
de bienales; por penurias
de aumentada permanencia,
se retuerce mi paciencia
y habita en la obstinación.
Lustros para la ecuación
por granos de adolescentes:
odios, caras influyentes,
piel de parametración.
Las Centurias que se exportan
son cien años que prohiben
con ferreas leyes. Inhiben
longevidad. No soportan
vida por siglos y abortan
a hombres y derroteros
con botas para cañeros.
Diligentes nos aplastan
y cien años no nos bastan
para corregir eneros.
Mil años: leña en la pira,
milenio zurdo esta vez.
Milenio de puro estrés.
Milenio que no me inspira
en tiempo rojo, que mira,
nos vigila la estatura
y asonanta la locura.
Milenio ácido y lerdo.
Milenio falto de un cuerdo.
Milenio de torcedura.
Muerde el Crótalo la mano
del hombre por el intento,
flaquea el pobre esperpento
y suplica –¡Hijo de Urano
la mordedura al humano
le ha hecho lanzar un quejido!-.
Cronos lo mira aburrido;
Zeús reprocha a su padre.
Sin dejar que un perro ladre
el Cosmos se ha detenido.
tal vez estén presente en el tiempo futuro
y el tiempo futuro se encuentra en el tiempo pasado (…).
Sólo a través del tiempo el tiempo se conquista.
T.S.Eliot.
Segundo, estado pequeño.
Segundos, debo al nacer.
Segundos para crecer.
Segundos porque mi empeño
es ser del segundo el dueño.
La semilla del segundo
la reparten por el mundo,
trazos de segundos vuelven
a mi espacio y te devuelven
el verso de un trotamundo.
Minutos, regreso de ida
minutos largos; doy grandes
minutos porque tu andes
los minutos de mi vida.
Minutos por la partida.
Minutos elevadores.
Minutos por los temores
de minutos que no entiendo.
Minutos…, me voy debiendo
minutos, puros censores.
Horas que dividen días.
Horas por dilapidarse.
Horas que van a contarse.
Horas que esconden orgías.
Horas son las cofradías
repletas de inmovilismo;
horas que por pesimismo
son horas que arrastra el viento;
horas del suave tormento.
¿Horas por horas? ¡Lo mismo!
Días que marcan la pauta.
Días que se hacen esporas.
Días lentos por demoras
de viajes y de astronautas.
Balsas y Dios: argonautas
por desfenestrar lo oscuro.
Día del trópico apuro
del día que en mi está preso,
día falto de progreso;
siete días, sólo un muro.
Semana, cruel instrumento.
Semana que no transcurre.
Semana que a mi me aburre.
Semana del miramiento.
El seudo entrenimiento
dura semanas enteras;
del llano a las cordilleras
son semanas de tribunas:
desiertos, oasis, dunas,
cervezas sin cerveceras.
Meses de marchemos puros
Meses que sobre la marcha
hieren a mi bota; escarcha
de plátanos verde duros.
Mis meses irán seguros
a ser el tiempo que habite
dentro del hombre y lo invite
a escaparse ¡¿De rodillas?!
¡Meses de imberbes barbillas
no caigan porque graviten!
Años de niños renuentes.
Años plenos de consignas
enfermedades malignas
y viejos irreverentes.
Años para que sustentes
tu ausencia con teorías
de años por idolatrías
a un dictador que ha trampeado
años, que te ha congelado
y desperdicia tus días.
Lustros por la quintaesencia
que han de vivir las centurias
de bienales; por penurias
de aumentada permanencia,
se retuerce mi paciencia
y habita en la obstinación.
Lustros para la ecuación
por granos de adolescentes:
odios, caras influyentes,
piel de parametración.
Las Centurias que se exportan
son cien años que prohiben
con ferreas leyes. Inhiben
longevidad. No soportan
vida por siglos y abortan
a hombres y derroteros
con botas para cañeros.
Diligentes nos aplastan
y cien años no nos bastan
para corregir eneros.
Mil años: leña en la pira,
milenio zurdo esta vez.
Milenio de puro estrés.
Milenio que no me inspira
en tiempo rojo, que mira,
nos vigila la estatura
y asonanta la locura.
Milenio ácido y lerdo.
Milenio falto de un cuerdo.
Milenio de torcedura.
Muerde el Crótalo la mano
del hombre por el intento,
flaquea el pobre esperpento
y suplica –¡Hijo de Urano
la mordedura al humano
le ha hecho lanzar un quejido!-.
Cronos lo mira aburrido;
Zeús reprocha a su padre.
Sin dejar que un perro ladre
el Cosmos se ha detenido.