A diferencia de otras cosas, no se pide. De hacerlo, estás propenso a ser víctima de una terrible estafa. La literatura no precisa de la generosidad. Un libro se salva por si sólo y el tiempo es su mejor crítico.
...Amigo, si me invitaste a la presentación de tu libro y allí estuve. Si lo compré y con el mayor deseo, créeme, de que me sorprendieras, lo leí buscando infructuosamente un buen verso. Si además, al encontrarnos hace unos días, no me dejaste otra alternativa que improvisar unos elogios lezamianos; ¿Cómo puedes pedirme que escriba “una reseña en mi blog"? ¿Cómo es posible que no consideres suficiente mi generosidad?
Heriberto Hernádez Medina en La Primera Palabra.