La noticia ocupa prácticamente todos los titulares en el Reino Unido y, fuera de el lo mismo. El caso es que, el presentador y activista en favor de los derechos de los homosexuales Ray Gosling, de 70 años, fue arrestado este miércoles al conocerse que asfixió con una almohada a su pareja, quien agonizaba en un hospital por padecer el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Tal acto, considerado por muchos como algo horrible, y por otros tantos, muy humano al liberar de dolores y miserias a los seres que queremos, renueva el debate sobre las leyes en cuanto al suicidio asistido. Sin embargo, este “ejercicio de liberación” puede interpretarse como una prueba de misericordia de doble filo. Hay que ver que, quien muere, imagino que además de dejar su consentimiento por escrito mientras tenga lucidez y fuerzas, los médicos igualmente han de demostrar que las razones son bien poderosas y que no hay posibilidad alguna de mejoría para que de una vez vayamos a “despacharlo" con su consentimiento.
Bien dice la nota de prensa en Yahoo, que existen personas preparadas para matar, no sólo por clemencia. Hay todo tipo de motivos que bien favorecen a los que continuaran adorando al Señor en la tierra: desde heredar una buena suma de dinero o propiedades, hasta para librarse de una carga de cuidado que, para los familiares y acompañantes de enfermos terminales, representa un desgaste físico y emocional enorme, lo que ubica en un estrecho margen a lo que ocasionalmente podría interpretarse motivos de conmiseración y altruismo.