Una de las tantas dolencias crónicas que “aparentemente” padece La Habana desde 1959, es la hipoacusia o pérdida de la capacidad auditiva parcial; que a su vez, no llega a convertirse en una cofosis --la completa sordera, ya sea unilateral o bilateral --, porque las orejas del gobierno bien que saben escuchar lo que les rinde beneficios, sobre todo a nivel foráneo --a nivel doméstico, para reprimir y silenciar a aquellas voces que se salen de la partitura revolucionaria, lo mismo cuentan con herramientas para orientar sus radares y, con probada eficacia--.
Claro, si algo justifica esta disyunción a conveniencia es la soberbia, aducida por ellos en la necesidad de perpetuarse. Es por eso que a la gerontocracia criolla no le importa mostrar mano dura, dar un escarmiento, aunque este sea desmedido y además denunciado por occidente; el que siempre muestra una nota discordante cuando se trata de la actitud servil del actual apocado gobierno español. Asimismo, la escasa aptitud con que cuentan para oír, es debido a la brutalidad criolla, sumada esta a un visceral machismo caudillista; este último síntoma, para nada aparente, sino fisiológico.
Este caso de peculiar disfunción, lo muestra el innecesario fallecimiento de Orlando Zapata, condenado durante los hechos de la Primavera Negra del 2003 y, sólo acontece para probar que no ceden y que bien poco les importa la vida de aquel que se les enfrenta con virilidad.
Innumerables medios en la red, incluyendo una buena cantidad de blogs y hasta facebook, denunciaron, primero su prisión y luego su estado de salud crítico y, por consecuencia, pidieron su libertad. Sin embargo, el gobierno cubano apostó por su impedimento habitual cuando de disidentes se trata --ya legendario--, y optó por no enterarse del reclamo de muchos, por lo que dejaron morir a un hombre que prefirió el ayuno y los desafió con virilidad
Luego entonces, en Cuba están los responsables que pudieron evitar que la autofagia se volviese un proceso irreversible, y el mundo en pleno los acusa por la muerte de un hombre que no quiso doblegarse.