Un funcionario del gobierno que preside el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, visita oficialmente una finca y habla con su dueño -un anciano ya cansado y difícil de impresionar-, sobre una inspección que debe practicársele con rigurosidad a sus recursos acuíferos. El pobre viejo asiente y contesta.
- Perfectamente, compañero. Sin embargo, por favor, no pase más allá del terreno cercado .
El representante, demostrando su autoridad como digno chavista, guapo y apoyado, le contesta:
- Sabes, viejo, yo tengo la máxima autoridad del gobierno que cabalmente represento, y este carnet que tú ves aquí, me califica para ir a donde me de la gana, meterme en cualquier hacienda que yo elija, sea ésta de quien sea, y sin preguntas, por lo que tampoco debo dar respuestas ¿ME HAS ENTENDIDO?
El viejo se encogió de hombros y siguió con sus quehaceres. Pasado un rato, el ganadero escucha unos gritos y logra ver al empleado del gobierno corriendo por su vida, seguido muy de cerca por un toro semental, y en lo que el toro va ganándole terreno, el tipo, visiblemente aterrado, suplicar por ayuda a todo pulmón. El viejo, sonriéndose, deja todo lo que estaba haciendo y se dirige muy lentamente hasta la cerca, en lo que le susurra casi al guevón.
- El carnet…, el carnet. Muéstrale el bendito carnet al Toro…
- Perfectamente, compañero. Sin embargo, por favor, no pase más allá del terreno cercado .
El representante, demostrando su autoridad como digno chavista, guapo y apoyado, le contesta:
- Sabes, viejo, yo tengo la máxima autoridad del gobierno que cabalmente represento, y este carnet que tú ves aquí, me califica para ir a donde me de la gana, meterme en cualquier hacienda que yo elija, sea ésta de quien sea, y sin preguntas, por lo que tampoco debo dar respuestas ¿ME HAS ENTENDIDO?
El viejo se encogió de hombros y siguió con sus quehaceres. Pasado un rato, el ganadero escucha unos gritos y logra ver al empleado del gobierno corriendo por su vida, seguido muy de cerca por un toro semental, y en lo que el toro va ganándole terreno, el tipo, visiblemente aterrado, suplicar por ayuda a todo pulmón. El viejo, sonriéndose, deja todo lo que estaba haciendo y se dirige muy lentamente hasta la cerca, en lo que le susurra casi al guevón.
- El carnet…, el carnet. Muéstrale el bendito carnet al Toro…
Versión de un correo que me enviara un buen amigo