Descubro en Guamá un video de Ángel Delgado sobre un performance que hiciese el artista en el Festival Puente Sur, Mayabeque. Provincia Habana 2004; polémico el joven por añadidura para “las autoridades de la Isla”, si recordamos que Ángel, en franco acto de protesta, una vez fue capaz de cagarse (otro performance) en medio de una exhibición en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales en Cuba, lo que por consecuencia le costó una condena de seis meses en la prisión del Combinado del Este.
Corría el año 2001, tal vez el dos -lamentablemente no recuerdo la fecha con exactitud-, cuando a un grupo de jóvenes en Cienfuegos se les ocurrió realizar la Primera Jornada Nacional de Performance -luego vino la segunda, más ambiciosa en propuestas, más complicada en cuanto a “aseguramientos”; la tercera fue una caricatura de las otras dos debido a las “nuevas reglas” establecidas por los “organismos rectores”, lo que se traduce en censura -ya no los tomarían por sorpresa-; y no sé si llegó a materializarse la cuarta.
El proyecto, que en su generalidad involucraba a la plástica con la artes escénicas, además de la música, todos interactuando con la ciudad, ideado por gentes con sobrado talento e independencia, al menos cerebral, lo que los convertía ante los ojos de la oficialidad en sujetos de “comportamiento incierto”; muchachonas y muchachones un tanto díscolos, “incomprendidos” además por los funcionarios partidistas y culturales de la provincia, costó trabajo que pudiera llevarse a vías de hecho. Incluso, ya aprobado por las “instancias superiores”, los “factores de logística” como transporte, hospedaje, y otros (estos últimos los peores)…, en su segunda vuelta, con los invitados ya en la sede, muchos de ellos con reconocido prestigio lo mismo en Cuba que “afuera”, al día de la inauguración del evento no estaban lo suficiente “amarrados”, al punto que a las seis de la tarde no se sabía dónde iban a dormir esa noche, y las siguientes...
Sin embargo, la Primera y la Segunda Jornada, en las que participé como productor, a pesar de “estos imponderables revolucionarios de última hora” que se resumen en descoordinaciones y más descoordinaciones -algunas, hoy no me cabe duda que sucedían intencionalmente-, se llevaron a cabo con brillo y dignidad más por la voluntad de los que participaban que la de los funcionarios que debían apoyarnos, los que a cada momento se mostraban recelosos. Y en la vieja Fernandina se vieron cosas que antes no se habían ni imaginado siquiera sus tranquilos habitantes. La ciudad, por cinco días, igual en la primera edición que en la segunda, se sintió sabrosamente rara, gozosa y desprejuiciada, repleta de buen arte novedoso, de peludos y chicas bonitas, en la que un tipo gordito -por supuesto, de pelo largo-, le pegaba en sus portales, postes, esquinas céntricas, unos pasquines que decían “cualquier sitio es bueno para vivir” (Carlos Garaicoa en la Primera Jornada), lo que lógicamente provocó ronchas y hasta la intervención de “los compañeros de la PNR”; donde lo mismo un negro grande, con un sobretodo y drelos (Amaury Pacheco en la Segunda), en pleno agosto caminaba por el boulevard, sonriendo siempre, con un cartel sin rótulo alguno -lo que lo hacia mas sospechoso- saludando muy amablemente a todos; o que Ras Tamayo apuntalase el muro del malecón a todo lo largo, lo que provocó que una buena parte de los cienfuegueros pensasen que éste se derrumbaba (simbólico esto) o que venía un fuerte huracán.
Precisamente en la Segunda, realizada en su mayoría en Cayo Carenas, fue donde vi a Ángel Delgado hacer una intervención -antecedente de la del video que publicase El Cacique- que prácticamente dejó sin aire a los que tuvimos el privilegio de estar allí. Ángel se enterró por varios minutos en la tierra del islote que viene a ser una suerte de llave de la bahía. Su acción, fuerte sin dudas, nos mostraba con simpleza y coraje la asfixia a la que estábamos sujetos. Los presentes guardaban silencio mientras el artista cavaba con un pico el hueco, apartaba la tierra, y después se metía dentro para que fuese sepultado por su novia y amigos. Únicamente el ruido de las olas, los propios del Cayo, eran los que se escuchaban. Nadie se atrevía articular palabra, si acaso una mano le pasaba a otra un cigarro, una botella de agua o de ron y quien se la bebía no apartaba la vista del sitio en que permanecía enterrado Ángel.
El tiempo que duró su encierro, el retorno al útero madre de todas las madres, tal vez en busca de una independencia, una paz que bajo cielo se comportaba esquiva no sólo para él, lo vivimos no sin cierto sobresalto. Después de largos minutos, todos empezamos a cavar con las manos y finalmente conseguimos rescatarlo. De vuelta a la vida, Ángel abrazo a su novia. Aplausos, gritos de júbilo, risas y jodedera; celebración por la esperanza encarnada en su regreso... Esa, por la que una vez Ángel tuvo el valor de cagarse enfrente de todos.
Espacio Restringido. Video de Ángel Delgado
sobre su performance en Mayabeque
Entrevista a Ángel Delgado, donde cuenta los pormenores de su acción
en el Salón "El objeto estructurado"