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Una tarde, hace ya ni me acuerdo, sentado en el malecón de Cienfuegos una buena amiga me confesó que mi Fernandina -sabía ella de mi raro amor por la ciudad, e incluso me lo reprochaba a veces al no entenderme- siempre ha de ser un sitio triste pues el Sol jamás se esconde entre las aguas; como si le huyese a la bahía.
Luego de ver ésta foto, puede que alguien asegure que tenía razón. Sin embargo, yo sigo apostando por lo contrario y, además, reconociendo su belleza a pesar de
esos lugares feos que guarda… foto tomada de Facebook