Vicente, quien fuese bailarín del Hotel Jagua por mucho tiempo, era un hombre flaco al extremo, bien feo y narizón, con una bis cómica increíble, que además disfrutaba mostrar su homosexualidad, a tal punto, que a veces lamentablemente se convertía en una caricatura de si mismo. Sin embargo, por lo general resultaba un tipo simpático, buena persona, bienvenido siempre y dispuesto a empatar a cualquiera de los habituales que visitaban el cabaret Guanaroca con una bailarina; todo con tal de beber ron sin que le costara un quilo, por lo que los noctámbulos heterosexuales compartían con él sin prejucio alguno para que trajese a la mesa, al menos a una hermosa ninfa de piernas largas, que estuviese lista para abrirse cual compás desmedido.
Recuerdo que una de esas tanta noches, luego del show, en una de las mesas que alternaba Vicente, hubo un jodedor que por hacerse el gracioso le preguntó.
- ¿Compadre, y cómo fue que te metiste a maricón?
Vicente quedó pensativo, como si buscase en su memoria el día en que por primera vez "cruzó la frontera". Después, se río con marcado cinismo y, finalmente su respuesta dejó al inoportuno sujeto bien serio.
- Chico, como tú ahora, preguntando...