A propósito de un post que publicase aquí, sobre un concierto que diera el grupo Locomotiv GT en Cienfuegos, mi buen amigo Ernesto Ravelo me deja este comentario que deseo compartir con todos.
Yo estaba becado, en un lugar en el medio del campo. Muchos se fugaron para ver el concierto y yo no fui la excepción. Recuerdo que un amigo mío, al que nombraban el Habanero, y yo, tomamos “prestado” un caballo de los que pertenecían a la granja y salimos al trote, con almohadas como monturas, en busca de la carretera de Arimao que estaba como a 15 KM. Nuestro objetivo era dejar al animal escondido cerca de la carretera, ir al concierto y regresar temprano en la mañana, y estar en la escuela antes que pasaran lista. Íbamos bien contentos, casi alcanzando la carretera por un lugar llano y visible, cuando descubrimos el jeep rojo donde se movía la directora con su chofer. Nos reconocieron y frenaron. Nosotros viramos a todo galope. Y Bárbara, que era su nombre, nos gritaba. -Ravelo y Guillermo, ya los reconocí. Los espero en la dirección-.Teníamos 15 años.
Al Habanero lo botaron por reincidente. A mi me dispararon tres meses sin pase y haciendo autoservicio fijo en la cocina, fregando calderos y platos. Un día, le puse al subdirector
-que era un tirano y un HP- una lagartija podrida en la leche de su desayuno, y me botaron cuando amenazaron con hacerlo con todo el grupo de autoservicio. Yo confesé.
Esta historia es tan real como la hija que tengo.
Yo estaba becado, en un lugar en el medio del campo. Muchos se fugaron para ver el concierto y yo no fui la excepción. Recuerdo que un amigo mío, al que nombraban el Habanero, y yo, tomamos “prestado” un caballo de los que pertenecían a la granja y salimos al trote, con almohadas como monturas, en busca de la carretera de Arimao que estaba como a 15 KM. Nuestro objetivo era dejar al animal escondido cerca de la carretera, ir al concierto y regresar temprano en la mañana, y estar en la escuela antes que pasaran lista. Íbamos bien contentos, casi alcanzando la carretera por un lugar llano y visible, cuando descubrimos el jeep rojo donde se movía la directora con su chofer. Nos reconocieron y frenaron. Nosotros viramos a todo galope. Y Bárbara, que era su nombre, nos gritaba. -Ravelo y Guillermo, ya los reconocí. Los espero en la dirección-.Teníamos 15 años.
Al Habanero lo botaron por reincidente. A mi me dispararon tres meses sin pase y haciendo autoservicio fijo en la cocina, fregando calderos y platos. Un día, le puse al subdirector
-que era un tirano y un HP- una lagartija podrida en la leche de su desayuno, y me botaron cuando amenazaron con hacerlo con todo el grupo de autoservicio. Yo confesé.
Esta historia es tan real como la hija que tengo.