Lo que acontece en Libia en estos momentos, representa más que todo un precedente que nadie puede darse el lujo de ignorar. Ver con pasividad como masacran a miles de libios por el sólo acto de disentir, bien que invita el retorcido ejemplo para que un buen numero de dictadores, que por desgracian cohabitan en la dispar geografía que compone la política mundial, estén dispuestos a practicarlo si se diese la oportunidad.
La discreción que muestra Occidente, y en especial los Estados Unidos, merece tomarse en cuenta. Demuestra en todo caso que la solidaridad entre oprimidos, aunque se agradece y tiene un importante valor, moral más que todo, no es suficiente. El que un puñado de gente indignada se atreva a denunciar los variados crímenes que comenten estos “dignatarios”, ya sea en sus blogs o en diarios virtuales, no basta. Y que la prensa reproduzca las noticias que generan el conflicto, sólo por conseguir buenos titulares, es mucho peor si nada más se remite a reproducir la angustia de millones. Los que tienen la fuerza real para impedir que mueran miles de ciudadanos por no querer gobernantes eternos, han de hacer algo, y pronto. Y que sirva entonces de acicate esas noticias, esas opiniones que desnudan a la injusticia.
Como leyese en Neo Club, en un articulo de Darsi Ferrer, no es este el segundo preciso para cuello y corbatas en medio de lujosos salones repletos de coctelería y traductores, a la espera de reuniones donde finalmente, luego de largos discursos, alguno se atrevan a condenar el genocidio y otros simplemente se abstengan por intereses que a la larga resultan mezquinos.
Lo que se avecina, resulta inquietante. Pero será más horrible de no tomarse medidas a nivel global que paren el desenfreno, la impunidad y el horror, que practican los patriarcas de marras por perpetuarse en el poder.