miércoles, 13 de julio de 2011

Lo que se hace por la respuesta de un amigo


Comprometido divertimento

Un amigo en pleno Diario arremete con sus cantos de respuestas donde no hay signos en la partitura, como no sea el ojo de un buey, un efímero soldado (lo de efímero lo agrego por la virulencia y el destino del oficio, cuando eres raso); y desde luego, la voz (y el contoneo, presumo yo) de una prostituta.

Nota de la redacción: está demostrado que sin meneo de caderas las prostitutas no gozan del canto en lo más mínimo. Han de tener las orejas en la cintura.

Un amigo jura que una tumba en Camden se parte en dos por causa del síndorme de la continuada existencia; que así ha sido condenada. Yo discrepo en este punto con mi buen amigo, no hay tumba. Si acaso hablamos de un espacio que libera al señor de chaqueta roja y un callado en su mano. Pero en fin, estas son apreciaciones de último minuto que únicamente justifica el vino, por mi apego a la continuidad de una copa, y por la vida…

Un amigo termina confesando que no está solo. Su voz cantinolenta pertenece a una tribu que, según nos dice, la arrancaron del fuego.

Otra nota de la redacción: una historia vieja, repetitiva, si se tiene en cuenta lo acontecido a Naoh, Nam, Gau, y a la hermosa Gamla. Cuatro grandes poetas con versos paleolíticos en épocas de entonaciones parecidas y en cavernas lamentablemente familiares.

Un amigo sin pudor le grita a Whitman.

-¡El canto no es un privilegio...!- y tal vez encabronado, le hace saber igual al viejo bueno que él lo mismo precisa de cantarse.

No me sorprende (se trata de mi amigo), yo por tanto hago las veces de su coro.



por Denis Fortun


Caricatura de Omar Santana