Ángel Santiesteban finalmente ha sido condenado a cinco años de cárcel. El Tribunal Supremo de La Habana concluye que no hay siquiera un motivo para modificar la sentencia, mucho menos para liberarlo del escarmiento que se proponen sea ejemplarizante.
Porque no hay dudas, el mensaje es bien “cristalino”: tú, ese que escribe y pretende dársela de contestatario, te permito tu juego con el primate pero hasta un punto infranqueable. Y peor aún, no te atrevas a mencionar a ese que marcas las reglas del atadero.
De todos es sabido que los delitos que le imputan a Ángel Santiesteban son falsos. Los mismos testigos que el régimen ha usado en esta farsa, han declaro que los obligaron a mentir.
El motivo: desprestigiar a una voz que llegó a hablar más alto que un gobierno acostubrado al barullo, y sin bramidos, sin consignas. Únicamente la verdad, en un blog que cuenta crónicas de una Isla contenida; “una escritura sospechosamente sesgada”, es el subterfugio a mano capaz de sustentar toda una historia delictiva no probada.
Sin embargo, lo peor es la complicidad con el silencio. Y nada mejor para graficar el miedo que padecen aquellos que callan, que lo escrito por Amir Valle en su blog:
Y hasta este momento no he visto a ninguno de los intelectuales que se proclaman adalides de la justicia pronunciarse públicamente contra una maniobra tan sucia, tan rastrera. Sus nombres no aparecen ni siquiera comentando los numerosos artículos de defensa que otras personas han publicado en estos días, desde que el sistema judicial cubano condenara a este destacado escritor a cinco años de cárcel.
Un sayo enorme que le sirve a muchos, y sin importar latitudes…