Hoy es víspera, es jolgorio, y a las doce de la
noche será manifiesta con solemnidad nuestra adoración por tu imagen, sin que
importen dualidades, sincretismo. Hoy, y digo yo que siempre, te profesamos
agradecimiento, te rogamos luego, y finalmente te pedimos lo mejor: en mi caso,
salud, amor, respeto, prosperidad y solvencia, para mis hijos, para los míos (ella y ellos saben quienes); para ti, que me lees. Hoy es la inmediación, al momento
de escribir estas líneas, mañana 17 tu día, que igual lo son todos, y a mí en
especial, mientras observo tu imagen labrada en una vela que alumbra, me
provoca regocijo adorarte, San Lázaro bendito, mi Viejo bueno y milagroso, mi
Babalú. Hoy me hinco de rodillas y te venero.