“Yo adsumo”, dijo el mulato calenturiento. Luego, al parecer ya no le conviene su “adsumisión” y, reniega entonces. Aparentemente, sin recordar lo que antes anunciaba como su credo más importante, que declaraba con histriónica solemnidad era el pensamiento más coherente que refleja sin dudas la materialización del reino de Dios en la tierra, ahora confiesa que se trata de puro dogma metatrancoso. Con una simplicidad que asusta, lo desdice todo y asegura que, “hay que evitar esos mamotretos inservibles".
Obras tan sagradas para la izquierda internacional como “El Capital“, de nada ya le sirven al proyecto bolivariano-socialista del siglo XXI. Lo que antes era de obligado estudio, de pronto se vuelve en material desechable; el que bien puede con el tiempo convertirse en sospechoso.
En fin, que el desayuno de este señor, sin dudas es “fuerte…”
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