por SARAH MORENO
Reinaldo García Ramos (Cienfuegos, 1944) considera que cada persona que vivió la experiencia de un viaje por el puente marítimo Mariel-Cayo Hueso tiene que contar su historia, para armar "el rombecabezas'' que constituyó este evento histórico que en 1980 lanzó a más de 125,000 cubanos a buscar una nueva vida en Estados Unidos. El recuerdo de esos días traumáticos, tanto para los que se quedaron en la isla y dijeron adiós a sus familiares, como para los que, como él, lograron salir del país, se revive con Cuerpos al borde de una isla. Mi salida por el Mariel (Editorial Silueta), un testimonio novelado que el escritor lanza el próximo lunes en el Centro Cultural Español de Miami.
"El Mosquito era un campo de concentración. Los militares tenían armas largas y podían soltar a los perros, como ocurrió el día antes de que yo llegara, que se formó una riña porque no alcanzó la comida'', recuerda García Ramos, añadiendo que al arribar a El Mosquito --el lugar que servía de antesala para embarcar a Estados Unidos-- se les quitaba el pasaporte y quedaban a expensas de los militares.
"Ellos podían darte un tiro en la cabeza y nadie se enteraba'', precisa García Ramos, que cuenta los dramáticos eventos empleando un tono periodístico, que surge tanto de su experiencia como editor de agencias de noticias como AP y UPI, durante más de una década en Nueva York, como de la distancia que él mismo se propuso establecer con estos acontecimientos.
"Traté de hacer un relato ameno, y a la vez captar la atmósfera de violencia e inseguridad'', precisa García Ramos, que en 1989 escribió una primera versión de sus experiencias partiendo del testimonio que grabó en 20 casetes, entre 1987 y 1989, por consejo de una amiga.
"Al cumplirse el 30 aniversario del Mariel, decidí retomar el libro. Mi perspectiva había cambiado porque la visión del ser humano va cambiando. La primera versión era más lírica porque respondía a mi estado de ánimo nueve años después de salir de Cuba. Treinta años después, mi relación con el material es menos dramática. Las cosas tremendas que pasaron siguen estando ahí, pero el libro tiene pasajes más irónicos, con un poquito de veneno'', explica García Ramos, que a la manera de Proust crea personajes ficticios partiendo de amigos, conocidos y participantes en los hechos.
Como escritor, García Ramos había sufrido la censura, cuando con la justificación de ``la escasez de papel'', se cerraron las Ediciones El Puente. Este fue un proyecto literario independiente que de 1961 a 1965 reunió a una generación de creadores jóvenes que comenzaban a dejar su impronta en las letras cubanas. Con El Puente, que contó con la energía organizadora del poeta José Mario, publicó García Ramos su primer poemario Acta (1962) a los 17 años. En el momento que ocurren los hechos de la Embajada del Perú y más tarde la apertura del Puente Mariel Cayo Hueso, García Ramos trabajaba en la Editorial Arte y Literatura.
Su decisión de pedirles a unas tías que vivían en Miami que enviaran un barco a buscarlo da pie a uno de los momentos más esclarecedores sobre la atmósfera represiva en ese mayo de 1980 en Cuba. Como tantos cubanos querían comunicarse con sus familiares en el exterior, en las afueras del edificio de la Compañía de Teléfono en La Habana se creó una larga fila. ``¡Ciudadanos, hay que hacer la cola de pie! ¡El que esté sentado va preso!'', son las palabras de los policías encargados de mantener el orden las que sientan la pauta de la actitud del Gobierno hacia los que desean abandonar el país. A partir de ese momento serán tratados como ``escoria'', lo último de la sociedad. Como narra García Ramos, en determinado momento ser parte de esa escoria puede ser una garantía de salida de Cuba.
"La persona se ve en esa atmósfera de inseguridad y sigue adelante porque está desesperada. Ha roto las amarras con la realidad aquella y cuando entra en el proceso de ir a la Estación de Policía, ya sabe que no hay vuelta atrás'', cuenta García Ramos, que consiguió una carta del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) que certificaba que era homosexual. Una de las ironías es que como pago por esta carta entregó su máquina de escribir --un objeto codiciado-- al Presidente del CDR, que se la lleva a escondidas.
Desde su exilio en Nueva York, García Ramos fundó la revista Mariel (1983-1985) junto a Reinaldo Arenas y Juan Abreu, para difundir la obra de los escritores de esa generación, y ya establecido en Miami, creó la revista digital de poesía Decir del agua (2002-2008), que se convirtió en un espacio para los poetas jóvenes.
"Al escribir Cuerpos al borde de una isla, pienso en los jóvenes, que eran niños o no habían nacido cuando el Mariel. Ellos tienen una idea muy vaga sobre estos hechos, sobre los que Cuba no ha dicho ni media palabra en el 30 aniversario'', apunta García Ramos sobre su voluntad de ser preciso y explicar los hechos para lectores no enterados.
Reinaldo García Ramos presenta hoy Lunes Cuerpos al borde de una isla, en el Centro Cultural Español de Coral Gables, a las 7 p.m.
800 S Douglas Rd. #170, Coral Gables (305) 448-9677.
tomado de El Nuevo Herlad