Aunque no es un hecho que pueda definirse como aislado pues en otros momentos ha sucedido -y además, en latitudes bien diversas-, de que la muerte de cientos y cientos de pájaros en la víspera del 2011 representa un verdadero misterio, no hay dudas. Primero en Beebe, Arkansas; luego en cantidad más reducida, pero no por eso menos alarmante, en el distrito de Pointe Coupee, estado de Louisiana; y por último, ahora en la lejana, rubia y gélida Suecia, en la localidad de Falköping.
Algo nos dice a las claras que las cosas no andan bien en las alturas. Y lo peor, las causas de esta lluvia siniestra que me recuerda al genial Alfred, los que saben en cuanto al comportamiento de las aves y el aire que las rodea, aún no las tienen todas resueltas. Lo que lógicamente, provoca la desmedida especulación, las más increíbles, y se reafirma el susto .
No es menos cierto que en fecha como el inicio de año, un suceso así nos infunda algún temor y asimismo provoque en aquellos de conducta apocalíptica la sospecha de que la Madre Natura no la está pasando bien, principalmente por nuestra culpa. En consecuencia, la tierra nos va a cobrar lo que le debemos, por lo que ya los hay quienes andan comprando rosarios. Por supuesto, las posibles respuestas, una gran mayoría de ellas sin mucho fundamento, llamémoslo científico, no se han demorado en salir a la luz. Se habla de la falta de visibilidad de los mirlos en la noche, de fuegos artificiales, de desorientación, de un raro miedo en la aves, si saberse a qué; se mencionan que son mensajes diabólicos; se piensa en las siete trompetas; y hasta se hace referencia a toxinas venenosas, como aquella dio pie al relato de Daphne du Maurier, titulado The Birds. Obra inspirada en los trágicos hechos de una familia Westmisnter, Irlanda, atacada por una bandada numerosa de aves irritadas en extremo, en la que ningún miembro sobrevivió, y que más tarde inspirase a Hitchcock en su genial película.
Sin embargo, lo curioso del caso es que la atmosfera, según análisis, no muestra cambios significativos. Y si estuviésemos frente a un fenómeno natural, los animales presienten el peligro y esto lo corrobora el tsunami del 2005, en que se reportó solamente la desaparición de varios millares de seres humanos. También, para complicar la situación todavía más, más abajo, en el mar, después de los pájaros cayendo, se tiene noticias de la muerte de miles de peces y el porqué continúa sin respuestas. Luego entonces, ¡¿qué carajo pasa?!
Por el momento, esperar es lo único que se me ocurre; y rezar su poco…