17 días no bastan para conocer Sao Paulo. La enorme metrópolis merece tiempo, lo exige. Una lugar increíble, que como toda gran urbe, has de encontrar lo feo y también lo hermoso. Un emporio que te obliga a un regreso, porque te engancha. Un Estado que, sin temor a equivocarme, representa el pulso de Brasil. Un Brasil que crece y definitivamente hay que tomarlo en cuenta (no por gusto Obama lo eligió como el primero en su corto periplo por América Latina). Y sobre todo, amén de problemas, que en cualquier lugar existen, se trata de un país en el que se respira la sabrosura del libre albedrío y la prosperidad.
17 días de vacaciones que he disfrutado enormemente, lo mismo en Jaú, Botucatú, Pederneira y otras ciudades del interior. Por supuesto, traigo cosas que contar…
fotos: Fernandina de Jagua/Denis Fortun