Aunque no dejo de reconocer que disfruto; que incluso guardo una fuerte complicidad con parte de su obra debido al tiempo que nos conocemos – compartimos en una época un escenario repleto de dualidades y rarezas al amparo de una ciudad privilegiada-, en repetidas ocasiones le he dicho a Armando de Armas que Mala Jugada es, de sus libros que he leído, el que más disfruto.
He de tener un poco de razón al asegurar mi preferencia. Se reedita un cuaderno de relatos que considero amasa el underground cienfueguero de los noventa -y de antes- con la sordidez, lo escatológico, lo irreverente de un contexto sometido a la arrogancia de un gobierno que ejerce como política de estado el ahogo de aquellos que considera marginales; sujetos exentos de compromisos revolucionarios, y donde finalmente a la larga "el ejecutivo" pierde en su empeño.
Por tal motivo, Teresa Dovalpage le pregunta al autor. Para leer la entrevista, haga clic aquí