TODO EL HUMO A LA HABANA POR SUS HOMBROS…
Enciendo mi tabaco y todo el humo lo soplo a La Habana por sus hombros; le ruego a San Cristobal; una tos avinagra un cañonazo; oscura se fermenta la hora nueve; a los ingleses… (qué les importa a los ingleses si la esperanza de una Habana beso en el golfo puede estar enferma).
Suerte, Aggayú apenas se acomoda un golpe y terco me invita a otra vuleta a la Ceiba.
Disfruto mi tabaco como un wekeend de nostalgias; me fumo en su vejez las utopías de aquella otra Habana usando los pulmones de varios marineros que regresan pidiendo su noviembre, los míos no me alcanzan; pienso que Dios al hacer el milagro de la luz no imaginó la realidad de las sombras.